12 de agosto de 2021
4 de agosto de 2021
El tiempo detenido
La extrañeza de los días
que empiezan y no terminan.
La hora de siempre
es la hora infinita.
De la longevidad de la mañana,
a la eternidad del fin del día.
Alguien debería sostener
tu mano en la alborada.
Alguien debería regalarte
una
estrella vespertina.
Interrogar a la vida.
Rechazar las respuestas de los necios.
Buscar la luz en la pleamar y en la tormenta.
Encontrar lo mismo que ayer;
salir a recibir lo mismo de mañana.
(No caer en el girar de los días).
Alguien debería gritar y romper
el
silencio contenido.
Alguien debería sacudirse
la
sombra de los días.
-Verónica Calvo-
22 de julio de 2021
Permanencia
-Imagen Brooke Shaden-
Permanecer
en
el sueño de sol y arena.
Tener
el corazón
lleno
de sal y brisa.
Quiero
estar.
Quiero
estar donde permanece el día.
Estuve
allí,
donde
la arena es sal;
donde
el sol se despeina en la brisa.
Pertenecer
a
esta parte sombría de la vida.
Tener
la mirada
difuminada
por la calima.
Quise
estar.
Quise
estar en la brisa, la arena, el sol y la sal de la vida.
Estar
aquí. A h o r a.
Y
seguir siendo hoja que el viento no se lleva.
Y
seguir permaneciendo en el aire que me lleva.
-Verónica
Calvo-
11 de julio de 2021
Un poema para Raisa
-Imagen tomada de la red-
Recogió
agujas de pino
y con las rosas secas de su cumpleaños,
se
hizo una corona.
Planchó
el vestido lila
y
lo colgó en una percha
detrás
de la puerta de su habitación.
A
media mañana leyó un poema
y
cerró el libro porque nada le dijo.
A
media tarde parecía que la tormenta se alejaba.
Ajena
a todo, la casa respiraba festividad.
Volvió
a leer el poema
y
volvió a cerrar el libro porque nada le dijo.
Después
de la fiesta se quitó el vestido.
Lo
dejó bien doblado sobre una silla
y
sobre él, deshizo la corona.
Iluminó
su habitación con veinte velas
y
se tumbó en su lecho de nebulosas.
Cuando
el silencio lo llenó todo,
volvió
a leer el poema que nada le dijo
y
dejó caer el libro.
Apagó
las velas.
Y
se fue.
-Verónica
Calvo-
(En
su memoria)
29 de junio de 2021
Lectura para el verano
Una
novela de Lionel Shriver, un poemario de Ángel González y un libro de relatos
de Mariana Enriquez.
Figuran
entre mis favoritos. ¿Los habéis leído?
Espero
que si os animáis a leerlos, os gusten.
Pandora Halfdanarson lleva lo que aparentemente es una
prototípica vida de familia feliz americana. Vive en Iowa, en una casa
unifamiliar, con su marido y dos hijastros adolescentes. El marido, que
construye y vende muebles de alta gama, se ha obsesionado con la vida sana,
quema calorías con la bicicleta y se ha convertido en un «nazi de la
nutrición». Ella tiene su propio negocio de peculiares muñecos parlantes para
adultos que causan furor y un pasado singular como hija de una vieja gloria de
la televisión de nombre imposible: Travis Appaloosa.
Y es que la familia de Pandora no es precisamente
prototípica, como demostrará la reaparición de su hermano Edison, pianista de
jazz bohemio afincado en Nueva York, que viene a visitarla porque ya no tiene
dónde vivir. Cuando lo reencuentra apenas lo reconoce, porque Edison ha
engordado de un modo inaudito y se ha convertido en una mole obesa que come compulsivamente.
El aterrizaje del bohemio y asocial devorador compulsivo en
la casa familiar de Pandora no tarda en generar conflictos, y el marido devoto
de la bicicleta y la dieta equilibrada lanza un ultimátum bien claro: o él o
yo. Y Pandora opta por su hermano, con el que se instala en un motel para
ejercer de improvisada psicóloga y entrenadora personal con la intención de
ayudarle a combatir una obesidad desbocada que amenaza no sólo su salud sino directamente su vida.
Inspirada en la experiencia autobiográfica de la autora, cuyo
hermano mayor padeció una obesidad que le provocó un fatal ataque al corazón,
esta novela es una sátira feroz de las «familias felices» y de una sociedad
desquiciada, que se obsesiona con el culto al cuerpo y al mismo tiempo
publicita y consume toneladas de comida basura. Pero es también una indagación
en las complicadas relaciones entre hermanos, en el complejo de culpa y la
necesidad de redención, en la lucha por salvar de la autodestrucción a las
personas a las que queremos y a nosotros mismos.
Fuente: Anagrama
Ángel González (Oviedo, 1925) es sin duda uno de los mayores y más
representativos poetas de la «Generación poética del 50». El presente volumen
recoge ciento un poemas seleccionados por el propio autor de su ya mítica obra
«Palabra sobre palabra», además de 19 poemas inéditos.
Ángel
González obtuvo el Premio Príncipe de
Asturias de las Letras en 1985 y en 1996 el Premio Reina Sofía de Poesía
Iberoamericana. En este mismo año de 1996 fue elegido miembro de la Real
Academia Española.
Fuente: Visor Libros
El mundo de Mariana Enriquez no tiene por qué ser el nuestro, y, sin embargo, lo termina siendo. Bastan pocas frases para pisarlo, respirarlo y no olvidarlo gracias a una viveza emocional insólita. Con la cotidianidad hecha pesadilla, el lector se despierta abatido, perturbado por historias e imágenes que jamás conseguirá sacarse de la cabeza.
Las autodenominadas «mujeres ardientes», que protestan contra una forma extrema de violencia doméstica que se ha vuelto viral; una estudiante que se arranca las uñas y las pestañas, y otra que intenta ayudarla; los años de apagones dictados por el gobierno durante los cuales se intoxican tres amigas que lo serán hasta que la muerte las separe; el famoso asesino en serie llamado Petiso Orejudo, que sólo tenía nueve años; hikikomori, magia negra, los celos, el desamor, supersticiones rurales, edificios abandonados o encantados... En estos doce cuentos el lector se ve obligado a olvidarse de sí mismo para seguir las peripecias e investigaciones de cuerpos que desaparecen o bien reaparecen en el momento menos esperado. Ya sea una trabajadora social, una policía o un guía turístico, los protagonistas luchan por apadrinar a seres socialmente invisibles, indagando así en el peso de la culpa, la compasión, la crueldad, las dificultades de la convivencia, y en un terror tan hondo como verosímil.
Mariana Enriquez es una de las narradoras más valientes y
sorprendentes del siglo XXI, no sólo de la nueva literatura argentina a cargo
de escritores nacidos durante la dictadura sino de la literatura de cualquier
país o lengua. Mariana Enriquez transforma géneros literarios en recursos
narrativos, desde la novela negra hasta el realismo sucio, pasando por el
terror, la crónica y el humor, y ahonda con dolor y belleza en las raíces, las
llamas y las tinieblas de toda existencia.
Fuente: Anagrama