27 de junio de 2010

Gertrudis Van Pulgis





Queridos míos:
Esta cálida noche de verano, a la luz de las estrellas, quiero contaros una historia que nunca encontraréis en los libros de Historia.

Había una vez una Reina llamada Gertrudis Van Pulgis que vivió allá por el siglo del Señor (feudal, en este caso) XIV en un diminuto país, que ya no existe, llamado Escaparate.
Esta Reina era muy versada, amante de los buenos debates, las conversaciones inteligentes, las artes en su máxima libertad (sobre todo la música) y la filosofía. Creadora de Foros, hermosa, inteligente y fuerte. Fue una mujer adelantada a su época, no hay duda.
Gustaba tocar el clavicémbalo y componer bellas tonadas para deleitar a la corte en las noches de festines y hazañas. Mujer pacífica donde las hubo, trataba de reinar en armonía cumpliendo su destino siempre revelado por el Mago Real, que leía en espejos y pozos simétricos (y asimétricos también si estaba muy inspirado) la Gran Época Dorada que ella, ya era una realidad, estaba implantando en aquellas tenebrosas tierras gélidas con aullidos de lobos y guerras donde se arrojaban calderos de agua hirviendo como si fuera la cosa más normal del mundo.
Ensimismada a veces en su mundo y siempre risueña, trataba de hacer felices a todos aquellos que vivían en su Reino y fuera de el. Por supuesto no pensaba en matrimonio y elegantemente había despachado a todos los príncipes y nobles casaderos que suspiraban por firmar aquel contrato para unificar Reinos y Tierras. Al fin y al cabo, Escaparate era tan pequeño que pasaba desapercibido para la gran voracidad materialista de tantos.

Un día llegó un nuevo clavicordio al Castillo, por lo que nuestra Reina organizó una velada cultural para esa misma noche.
Toda la corte estaba ansiosa por degustar las viandas que se ofrecerían, por paladear los mejores vinos y por supuesto, por lucirse con sus mejores ropajes y joyas.
Acudieron puntuales a la Gran Sala de los Acordes, donde Gertrudis concentrada en el instrumento, tocaba una y cada una de las teclas, creando arpegios y sublimes escalas, maravillando al infinito con esas melodías que fundían hasta a los más duros corazones.
No bien hubo terminado, todos, sin excepción, rompieron a aplaudir en una gran ovación, con sus sonrisas anchas y sus entregas hacia el talento de su mentora y protectora.
Gertrudis Van Pulgis se levantó y fijó su mirada en toda la corte. Entonces, hizo una profunda reverencia y salió de la estancia para asombro de todos, que una vez recuperados del raro momento aquel, se entregaron ávidos a los placeres de la mesa.

Si esta historia figurara en la Historia, entenderíamos por qué Gertrudis Van Pulgis al día siguiente modificó la historia de Escaparate y sus gentes (todo es integral).
Pero claro, queridos míos, vosotros, pacientes lectores que habéis llegado hasta aquí en vuestra lectura, merecéis saber qué sucedió, y como agradecimiento a vuestro esfuerzo e interés, os lo relataré sin más dilación:

Sucedió que nuestra Reina simplemente estaba comprobando la afinación del instrumento y calentando sus dedos antes de empezar con la velada musical. Se dio cuenta del por qué del nombre de su diminuto Reino que tan sabiamente le puso su honorable padre.
Al día siguiente reunió a sus ministros y a la Corte de Pelotas (como les llamó sin pudor) y abdicó a favor de su hermana Ulrika Van Pulgis (que se frotaba las feas manos pensando en que por fin se casaría y podría disfrutar de la vida que ahora no tenía, es decir, sexo, sexo, poder, sexo y poder) y sin más, salió de sus dominios al atardecer.

Y como soy una estudiosa de historias olvidadas -o repudiadas, porque hay algunas tan sinceras que se mandan al exilio-, seguí los pasos de nuestra soberana:
Se trasladó a una ciudad (cuyo nombre ya no existe tampoco) y fundó un Foro donde los artistas y filósofos podían convivir de puertas a dentro para impedir que otra Corte de Pelotas viniera a arruinarles la creatividad. En este Foro sólo había una norma: respeto por la obra-pensamiento ajeno y sinceridad.

Y ahora queridos, os dejo por esta noche. He de reunirme con mi foro mental donde convive la filosofía con sus debates y las ganas incontrolables que tengo de escribir un poema.
Hasta otra.

1 de junio de 2010

Lena abre su conciencia




No habrían pasado ni tres cuartos de hora cuando Lena sintió unas ganas incontrolables de salir de casa y hacer pompas de jabón sentada en la suave y fresca hierba del jardín de la casa de su hermana. Abrió un cajón de la cocina y encontró las pajitas de colores que habían sobrado de la fiesta de cumpleaños de su cuñado, así que cogió una, la corto por la mitad con las tijeras y se fue al baño donde encontró un envase medio vacío de gel que llenó de agua. Sacudiéndolo se descalzó y salió al jardín. Hacía calor. Junio llegaba fuerte.
Se sentó cerca del enorme pino para disfrutar de la generosa sombra que daba y sin más se puso a hacer pompas de jabón. Llevaba un buen rato ensimismada en su entretenimiento cuando sin más, apareció ante ella un extraño ser. Lena parecía no percatarse de su presencia hasta que el tosió ligeramente para llamar su atención. Entonces Lena le miró algo extrañada. Ante ella flotaba entre las pompas un caballito de mar con un paraguas. Pero no, se fijó y comprobó que era una especie de gusano con pequeñas patas delanteras con una cara parecida a una oveja y el lomo cubierto de manchas parecidas a las de un leopardo. Flotaba apenas a treinta centímetros de su cara y se cubría del sol con una seta parecida a la Amanita Muscaria. Lena se quedó mirándole extrañada pero no pudo resistir la tentación de hablar con el llena de curiosidad.

Lena: ¡Anda!... y tu, ¿qué eres?
Ser: Soy un gusilántropo.
Lena: ¿Un qué?
Ser: Gusilántropo.
Lena: ¡Ah!... es la primera vez que veo uno.
Ser: Ya. Somos tímidos. ...
Lena: ¿Y qué comes?
Ser: Lechuga.
Lena: Me acabo de dar cuenta de que hablas.
Ser: Será simplemente que te has abierto a verme y escucharme.
Lena: Esto es muy raro... pero por alguna extraña razón no tengo miedo.
Ser: ¿Miedo? Somos pacíficos.
Lena: Mira, de verdad que esto es muy raro... jamás escuché hablar de gusitrompos.
Ser: Gusilántropos.
Lena: Gusi... lántropos.
...

Lena: ¿Y dónde vivís?
Ser: En el éter, en las creencias, en tu conciencia, pero sobre todo vivimos en la sabiduría.
Lena: ¡Ah!
...

Lena: ¿Te molestan las pompas de jabón que hago?
Ser: ¡Que va! ¡Me encantan!
Lena: Pues menos mal porque no se por qué me ha dado por hacerlas. Desde que era chica no había vuelto a hacerlas a excepción de algunas veces cuando tomo un baño y tengo algo de tiempo para hacerlas con las manos.
...

Lena: Oye, no veas si me repito, ¿eh?... "Hacerlas"... lo he dicho como mil veces (risas)
Ser: No, sólo lo has dicho tres veces, lo que pasa que sientes que el tiempo se ha parado, tu voz retumba, el cuerpo te pesa y eso hace que te des cuenta de las cosas en que normalmente no te fijas.
Lena: ¡Ah!
....

Lena: Bueno, me parece muy raro esto de estar hablando contigo, no te ofendas, pero no se por qué me parece hasta normal hacerlo... creo que mejor me voy.

Se puso lentamente de pie, se sacudió el vestido y empezó a caminar hacia la casa cuando el extraño ser dijo:

Ser: Lena, menuda se va a poner tu hermana cuando vea que te has comido las setas que tenía guardadas con ese arroz insípido que te has hecho.


(Ilustración de Marla Rutherford)

(Para saber qué setas pudo comer Lena, basta leer a María Sabina)

(Texto inspirado por la ilustración de la autora)