31 de octubre de 2019

Soneto para una noche de difuntos

-Imagen tomada de la red-

Es noche cerrada de niebla y frío.
Avanzo en silencio entre sepulturas.
Las tristes y gélidas esculturas,
resplandecen en blanco escalofrío.

Un búho negro señala una tumba.
Apuro mi paso hacia la espesura.
Ulula, elevándose, hacia la altura,
mientras un eco, lúgubre, retumba.

Húmedas hojas recubren la losa
y abrigan los restos que abajo habitan.
¡Hay soledad y olvido en esta fosa!

Descubro las letras. Los nombres, gritan.
Tiemblo y dejo en el mármol una rosa;
muerta estás, todos los nombres, musitan.


-Verónica Calvo-

26 de octubre de 2019

Un canto al alba

-Imagen tomada de la red-

Es mi cuerpo,
quien canta,
en honor a este alba.
Me despojo de luceros,
espejismos y espejos.

Me desnudo
en el viento de lo eterno,
me esparzo sobre campos de cenizas.

La plenitud de saberme
l i b r e.
El momento que perdura
más allá de lo humano.

Es mi cuerpo el que canta.
Es el infinito que me abarca.


-Verónica Calvo-

20 de octubre de 2019

Ya te olvidaron

-Imagen Leonor Fini-

Ya te olvidaron.
Fuiste tiempo,
letra y sangre.
Aplauso,
corona de laurel
deshecha y quemada.

Ya te olvidaron.
Fragancia de hoguera
donde ardes.
Viento que te barre, ceniza.

Ya te olvidaron.
Otoño sobre otoño,
ocres y silencio
donde (re)nacer(te).

Libre.
El olvido, te crece.


-Verónica Calvo-

(A Bany)

14 de octubre de 2019

Era octubre



Era octubre.
Nos abríamos paso
entre la multitud;
íbamos al frío
del hombre común,
desde nuestro silencio.
¿Quién es cobijo en la ciudad?
¿Por qué van ciegos?
Recogíamos (nuestros)
sueños rotos, pisoteados
y sucios.
¿Quién fue el primero en matarlos?
¿Por qué lo hacen?
Nos quedamos con la ausencia
y el silencio. Invisibles e ignorados.

Calles atestadas.
Rostros y sopores.

Era octubre.
No había hojas en el suelo.
Nosotros, esquivábamos a la gente.
Desde una esquina cualquiera,
habitamos el infierno
—hasta hacerlo nuestro—
y seguimos, entre empujones,
avanzando hacia el ocaso.


-Verónica Calvo-

7 de octubre de 2019

La noche trae calma

Donde el día abraza a la noche,
fina línea del horizonte,
mi espíritu cimbrea.
Coro de estrellas blancas,
sinfonía placentera,
me uno al canto de ellas.

De este velo azabache,
desprendido del cielo,
recojo el misterio.
Ardo y me rehago,
en esta sutil evocación,
donde la paz abarca
el contenido de este cuerpo,
cansado del día saturado
de obstáculos y palabras.

Donde la noche,
me abraza y despoja
de tanto tanto,
siento que soy lo que Yo Soy,
presencia muda amplificada.

Mis palabras, abandonadas.
Luchas vencidas, otras, ganadas.
Del horizonte perdido,
en la noche, hay calma.

-Verónica Calvo-