Llega
el crepúsculo
envuelto
en sus rojos y dorados.
De
este lado del mundo,
exploro
con entrega,
el
recuerdo de tu imagen.
Suspiro
mirando al cielo
y
descubro la estrella vespertina.
Luce
solitaria, foco de plata,
en
la inmensidad de la nostalgia.
Te
imagino allá, tan lejos,
ajeno
a este, mi recuerdo, en la ventana.
Es
la Hora Mágica.
Llega
tu voz, me envuelve,
me
acaricia y se disuelve.
En
el horizonte
resplandece
el último fulgor
del
sol rebelde.
Tu
imagen se evapora
y
yo, con desgana,
cierro
la ventana.
Mañana,
será mañana…
-Verónica
Calvo-
(A Jota, que es otoño en primavera y viceversa)