Un poema para Raisa
-Imagen tomada de la red-
Recogió
agujas de pino
y con las rosas secas de su cumpleaños,
se
hizo una corona.
Planchó
el vestido lila
y
lo colgó en una percha
detrás
de la puerta de su habitación.
A
media mañana leyó un poema
y
cerró el libro porque nada le dijo.
A
media tarde parecía que la tormenta se alejaba.
Ajena
a todo, la casa respiraba festividad.
Volvió
a leer el poema
y
volvió a cerrar el libro porque nada le dijo.
Después
de la fiesta se quitó el vestido.
Lo
dejó bien doblado sobre una silla
y
sobre él, deshizo la corona.
Iluminó
su habitación con veinte velas
y
se tumbó en su lecho de nebulosas.
Cuando
el silencio lo llenó todo,
volvió
a leer el poema que nada le dijo
y
dejó caer el libro.
Apagó
las velas.
Y
se fue.
-Verónica
Calvo-
(En
su memoria)