De repente la tarde
De
repente
la
tarde fue tornándose triste.
La
certeza desinfló el globo del júbilo,
y
tendió celada a la alegría.
El
gris fue ocupando espacios
y
la soledad apaleó su nieve
sobre
la trinchera de la esperanza.
El
desengaño manchó
la
fiesta del crepúsculo
y
la derrota entonó,
su
insano canto.
Cielo vespertino
que alienta
Cielo
vespertino que alienta
en
mis ojos la penumbra.
Desde
mi ventana observo
crecer
las sombras
y
mi piel se unge de melancolía.
Memoria
de otras tardes
en
que los violetas tardíos
me
trasminaban de alegría.
Estos dos poemas pertenecen a La aridez de la tormenta, un delicado y
precioso poemario (plaquette) de Trini Reina.
Puro sentimiento, donde se vacía, con ese saber de la buena poeta; nos
llena de crepúsculo, de espera, de ir y venir en el día hacia la noche. De
fondo, hay entrega, hay certeza, hay aceptación y mucha introspección. Cada
poema, es un paisaje,donde lo cotidiano se vuelve reflexión y profundidad.
Trini es una de mis poetas favoritas.
Gracias, Trini, por haberme regalado este poemario tan íntimo, que es una
joya y una delicia.
Eres Grande, como poeta, y como persona.