-Imagen
tomada de la red-
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Amanezco en el mismo páramo,
bajo la misma bruma
y navego las mismas aguas de ayer.
Me levanto y me armo
contra canallas,
mentirosos,
plagiadores,
ególatras,
farsantes
y políticos.
Me canso de faltas de ortografía,
de aquellos que presumen de incultura,
de las mansas ovejas de falsa vida,
de los aplausos y elogios
entregados desde la hipocresía.
Los insultos, desprecios y agravios
me rozan, pero sigo mi camino.
Me reconozco a veces, bestia.
Otras desapegada hasta el paroxismo.
Y casi siempre atenta a la balanza
que cargo entre razón y herida.
Y me queda… la poesía.
Pero a quién le importa de verdad
si la mayoría no leen a los Poetas,
si no se aprende ni se versa
en esta competición hueca
del mercado de oropeles.
Puede que este poema sea el último.
Si han de venir otros los guardaré
en mi armario de locura.
No puedo elegir las batallas que me presentan,
pero sí mis guerras.
-Verónica Calvo-