Buenas noches RAE,
A veces
asisto atónita a sus recomendaciones. Ustedes, que tan defensores son de la
lengua castellana, que no admiten palabras, o si lo hacen, es a regañadientes
(ya les escribiré otra carta al respecto), no entiendo esta dejadez con las
maravillosas tildes diacríticas que enriquecen nuestro idioma.
Hay tildes necesarias para enfatizar. Lean lo
siguiente:
«Estaba solo
esperando en la esquina».
¿Qué
entienden por ese «solo»? ¿Esperaba solo, es decir, sin nadie, o solamente
estaba esperando?
«Mi hermano, el que vive en el este, me dio este regalo
para ti. El mío es este».
Aquí no he tildado; lean ustedes y sitúense.
Sí, ya
sé que en un contexto se entiende, pero perdónenme
que insista: esas tildes diacríticas que recomiendan no utilizar, marcan la
diferencia.
Sentiría
mucho que acabáramos perdiendo las tildes diacríticas por «comodidad», que yo
las aprendí en E.G.B y aquí me tienen: sin trauma alguno y feliz de conocerlas.
Pienso
seguir con «sólo» y demás tildes diacríticas en pronombres que ustedes
recomiendan no usar.
Y cómo me
digan que «la RAE dice que», contestaré que la RAE dice y desdice a su antojo.
Sin más, reciban un cordial saludo.
Extraído de la RAE. No se pierdan el final:
[…}Sin
embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo y los
pronombres demostrativos no cumple el requisito fundamental que justifica el
uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a
palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo como
los demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones.
Por eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas
incluso en casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, la de no
tildar nunca estas palabras.
Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi
siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico),
en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones
interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el
contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre
pueden evitarse por otros medios, como el empleo de sinónimos (solamente o
únicamente, en el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la
inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden
de palabras que fuerce una única interpretación.