Linda
y Tobías ansiaban verse, como cada día, en el parque.
Pero
Tobías había tomado una decisión, y ese sábado, buscó con la mirada lánguida, a
Linda. Tras saludarse efusivamente y dándose, a
escondidas un beso con prisas, corrieron a refugiarse bajo los sauces
del estanque.
—Linda,
he estado pensando en nuestra relación.
—Oh,
Tobi, creo que no me va a gustar lo que vas a decirme, lo veo en tus ojos y lo
siento en el tono de tu voz.
— No es fácil para mí, créeme. Esto
de vernos como mucho veinte minutos a diario está acabando conmigo. Estoy tan
ansioso que apenas atiendo a juegos, carantoñas y lo más preocupante, a la
comida. Interrumpen como si fuera algo peligroso nuestros momentos de intimidad. Así que, mi querida Linda, intentaré por todos los medios llevarle al otro
parque.
En
ese momento empezó a llover y se escucharon voces a lo lejos que les llamaban
con insistencia.
Linda tomó su hueso de goma amarillo y escondiendo la cola entre las patas, trotó al encuentro de Alicia.
-Verónica
Calvo-
-Imagen
tomada de la red-