12 de mayo de 2016

XXV



¿Qué haces,
dime la terrible eternidad
que te asola?
Y me respondió:
Y tú, dime,
¿acaso sabes
vivir en medio
del tumulto
de la vida?

-Verónica Calvo-

-De “Las pequeñas esencias”-





8 de mayo de 2016

Leopoldo María Panero: Dedicatoria


Imagen: Leonor Fini
Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.


-Leopoldo María Panero-


("Last River Together" 1980)






4 de mayo de 2016

Resaca


-Imagen tomada de la red-
Golpea la resaca
contra las rocas.
Las moldea y las desgasta,
ellas, en silencio, callan.
Alta marea, incierta,
arriba hay espuma,
a mis pies, arena.
Resaca, dulce nombre
que me arrastra,
llévame lejos,
hazme sirena de nácar.
Fúndeme entre las olas
y deja que se diluya mi memoria,
entre tus aguas.

                                                                      -Verónica Calvo-
                                                                                   -De Agua-

30 de abril de 2016

El hombre que amaba sus raíces








«No es perder el patrimonio, es perder la civilización».
Khaled al Asaad 


Aquella mañana Khaled al Asaad tomó la gran decisión. Sabía que el ISIS no tardaría en tomar su amada Palmira como también sabía a lo que se exponía, pero no lo dudó.
 Organizó la evacuación del Museo Arqueológico hacia Damasco. Aquellas furgonetas cargadas con piezas valiosas podrían no llegar jamás a su destino debido al país en guerra, así que seleccionó las cuatrocientas piezas más valiosas.
 Valiosas no por su historia, valiosas a nivel monetario ya que podrían ser fácilmente vendidas para alimentar la maquinaria del ISIS debido a sus metales preciosos y a su pequeño tamaño para ser transportadas.
  Llamó a sus hijos, Mohammad y Walid, y a su cuñado, Jalil, casado con su hija Zenobia, y fueron cargadas en una furgoneta para ser enterradas en alguna zona del inmenso desierto Sirio. Se despidieron con un fuerte abrazo conteniendo la emoción a duras penas. Sabían que no habría un feliz reencuentro.

Y llegaron los terribles y tomaron Palmira. Ejecuciones en el anfiteatro romano donde civiles fueron obligados a presenciar la barbarie para que cada célula de sus anatomías se impregnaran con el arma psicológica más efectiva: el terror.
  Por supuesto se dirigieron al Museo, pero lo encontraron casi vacío. No tardaron en ir en busca de Khaled al Asaad.
  Allí estaba, digno y fuerte, en el que fuera su despacho pues ya estaba jubilado. Les esperaba.
 Detuvieron al anciano de 82 años y durante un mes fue terriblemente torturado día a día. Siempre la misma pregunta: dónde está enterrado el tesoro. 
 Él nada decía y agradecía calladamente que los informadores no hubieran sido capaces de ver dónde había sido enterrado.
 Khaled al Asaad sacaba fuerzas del amor a sus raíces que eran arena del desierto y piedras talladas. Nada lograron los terribles pese a todo.

Khaled al Asaad fue decapitado en agosto de 2015 y su cuerpo fue expuesto colgado de una farola en una plaza principal de Palmira, con la cabeza a sus pies y sus gafas perfectamente colocadas. Un letrero colocado en su cuerpo decía que había apoyado y representado al régimen de Siria en las conferencias de los infieles, había dirigido el sitio de los ídolos de Tadmur, visitado Siria y celebrado el triunfo de la revolución de Jomeini. También le acusaban de tener contacto con funcionarios de los servicios de seguridad e inteligencia sirios.
Palmira fue liberada el 24 de marzo de 2016 por el ejército Sirio, Herbolah y comandos rusos.
Han sido encontrados cerca de cuatrocientos agujeros en el desierto excavados por el ISIS.
Todavía no ha sido encontrado el tesoro enterrado.

-Verónica Calvo-

-Imagen tomada de la red-


26 de abril de 2016

Éxtasis

La sangre
se hizo espuma.
Un borbotón rojo
asoló el corazón.

Y se hizo playa,
arena blanca,
inmensidad azul.

Una gaviota
voló libre entre sus venas.
Adornó el olvido
con un caracol de nácar.

Y se entregó,
gozosa de su causa,
al viento mistral
que en sus cabellos jugaba.

La sangre –otra vez la sangre-,
se hizo océano…
¡Qué éxtasis lleva la plenitud
del último momento!

-Verónica Calvo-

(De Agua)

-Imagen tomada de la red-