-Imagen tomada de la red-
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Tantas veces pasé por esta calle,
llena de nostalgia,
llena de indiferencia,
llena de pasos sin huella.
Una tarde,
el cielo, se vistió
de ese gris que ahoga.
Lloraba, frío e insistente.
La ciudad, despoblada.
Qué silencio tan maravilloso.
Cuánto noviembre avanzado.
Y yo, caminando esta calle,
mojándome y riendo
-llevaba una ilusión
en el corazón-,
me atreví a reconocer
que la primavera era grata.
Una primavera
en el que inverna,
es como un milagro;
aunque sepas que va a durar poco;
aunque sepas que volverá la escarcha.
Y ahora esta calle del milagro
-o espejismo, o engaño-,
la encuentro desabrida.
Nada en ella es bello,
resaltable o notable.
Es una calle ancha,
como tantas en Madrid.
Solo que ahora,
a veces cuando me detengo,
un olor a hierba fresca,
me recorre el recuerdo.
-Verónica Calvo-