-Imagen
tomada de la red-
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A
veces
todo
se vuelve tan rápido
que
sientes cómo desenfocas la mirada.
Luces
y destellos.
Rayas
luminosas.
Te
agarras en ese vértigo
de
velocidad y viento,
de
caída al precipicio
y
de elevación a la estratosfera.
Y
ahí estás,
en
una hora trasnochada,
viendo
girar el mundo
-tu
mundo-
creyendo
haber resbalado
por
un hueco del tiempo.
Todo
tan… ¿distinto?
Es
conocido y a la vez, nuevo.
El
cielo se vuelve magia.
La
luz es más brillante.
Y
ahí estás, en la gélida noche,
al
borde de la congelación
pero
no lo sientes.
Recuerdas
un rozar de cuerpos
y
sonríes, ajena, a los que te miran.
Vuelves
a tu casa sintiéndote
parte
de algo, y a la vez, ajena.
-Verónica
Calvo-
-Para J.-