13 de marzo de 2014

El tiempo


Vino el tiempo.
Y ciñó sobre mis bucles
una insidiosa estrella.
Trajo frío, nieve
sobre mis oscuros cabellos.
Se desbocan los silencios
contra un mar de lágrimas.

Vino el tiempo.
Amortajó una esperanza,
danza ceremonial del pecho.
Cálida brisa de fuego
a mis delgados huesos.
Un clamor a lo lejos,
en el horizonte, duerme un beso.

Vino el tiempo
y acalló los rumores del viento.
Serenó la imagen en el espejo,
y dejó una estela de recuerdos.
Se consumen las voces,
los rostros y sentimientos.
Ya solo queda caminar derecho.

Ah, el don del tiempo,
el piadoso don del tiempo.


Verónica Calvo


-Imagen tomada de la red-

9 de marzo de 2014

Aplausos


   El aplauso es por lo general una recompensa de lo ignoto. Puede sonar aislado o como un coro imponente de palmas. Sobreviene como el ámbar y a veces tiene color de profecía. Puede ser una peligrosa tentación o también un azoro de la humildad.
   Cuando provoca jaqueca o dolor de garganta, es porque no estamos preparados para el rito.
   Si el aplauso es un alrededor, vale la pena alzar el vuelo. No para siempre, por un rato, medir de lejos la eclosión, sin repentina vanidad y sin falsa modestia.
   Como el aplauso viene de las sombras hay que pensar por qué. De todos modos uno los colecciona: cuelga algunos en el corazón y otros en el perchero.
   El aplauso puede ser un mensaje, un empeño, un galardón, pero también una lástima, un golpe de ironía. Puede venir de tres amigos generosos o de un estadio repleto.

   De todos modos, hay que aprender a vivir sin aplausos, o sólo con el aplauso de la conciencia espontánea y veraz.

2 de marzo de 2014

Panero: la poesía


La poesía

... Hay días en que estamos
más desnudos que nunca
y más libres
o con la piel más aérea para la muerte nos sentimos.
Entonces,
de repente
la escritura se hace delgada, y transparente los oídos
y el apagado tacto llega a las raíces.
Nos duele el agua de los arroyos,
nos hieren las alas, nos crucifica el leño de un ciego entre piedras.

Y callamos, como una quemadura
como una corteza arrancada que muestra dentro
su rostro de Rouault leño vivo,
como aquella pasión desnudísima
aquella trágica fijeza del aire,
aquellos labios separados del tronco,
y aquel contado día que el tiempo tuvo hasta la muerte.

("En los oscuro")


La poesía destruye al hombre...

La poesía destruye al hombre
mientras los monos saltan de rama en rama
buscándose en vano a sí mismos
en el sacrílego bosque de la vida
las palabras destruyen al hombre
¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambre
de vida!
Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruido por la poesía.



("El último hombre" 1984)

25 de febrero de 2014

Abdicación


Tómame, oh noche eterna, en tus 
brazos y llámame hijo.

Yo soy un rey que 
voluntariamente abandoné mi 
trono de ensueños y cansancios. 

Mi espada, pesada en brazos 
flojos, a manos viriles 
y calmas entregué;
y mi cetro y corona yo los dejé 
en la antecámara, hechos pedazos.

Mi cota de malla, tan inútil, 
mis espuelas, de un tintineo tan fútil, 
las dejé por la fría escalinata.

Desvestí la realeza, cuerpo y alma, 
y regresé a la noche antigua y serena 
como el paisaje al morir el día.


Fernando Pessoa

-Imagen tomada de la red-

20 de febrero de 2014

Tagore: El jardinero


5

Inquieto estoy y sediento de cosas lejanas, y el alma se me abre en un anhelo de llegar al fin de las remotas vaguedades. Y tu flauta me llama penetrante, ¡oh más allá sin nombre!, y yo me olvido de que estoy sin alas, preso en esta cárcel para siempre.
   Ando ansioso y desvelado; como un extranjero soy, en tierra dura. Tu aliento me llega, susurrando en su lengua que mi corazón entiende como suya, una esperanza imposible. Y tu flauta me llama, penetrante, ¡oh secreto lejano!, y yo me olvido de que no sé la senda, de que el alado corcel no está conmigo.
   Desganado, voy peregrinando por mi propio corazón. En la niebla soleada de las horas lánguidas, ¡qué inmensa visión de ti se alza en el azul del cielo! Y tu flauta me llama penetrante, ¡oh último fin!, y yo me olvido de que esta casa en que vivo sólo tiene cerradas todas sus puertas.


-El jardinero-

Imagen: Elena Dudina