Vino el tiempo.
Y ciñó sobre mis bucles
una insidiosa estrella.
Trajo frío, nieve
sobre mis oscuros cabellos.
Se desbocan los silencios
contra un mar de lágrimas.
Vino el tiempo.
Amortajó una esperanza,
danza ceremonial del pecho.
Cálida brisa de fuego
a mis delgados huesos.
Un clamor a lo lejos,
en el horizonte, duerme un beso.
Vino el tiempo
y acalló los rumores del viento.
Serenó la imagen en el espejo,
y dejó una estela de recuerdos.
Se consumen las voces,
los rostros y sentimientos.
Ya solo queda caminar derecho.
Ah, el don del tiempo,
el piadoso don del tiempo.
Verónica Calvo
-Imagen tomada de la red-