17 de junio de 2012

Llanto


Después del silencio,
la conmoción.
El llanto desatado
precede a la calma.

Entrégame una ilusión, 
un mundo mejor,
aquello que soñaste,
y déjame ser lluvia
que nutra la nostalgia.

Bajo las estrellas,
La quietud.
En mi soledad
evoco el plenilunio.
Lo he perdido.
Y lloro.

-Verónica Calvo-



(Enero 2012)

(Imagen: Nathalie Roze)

13 de junio de 2012

Es sólo una montaña




Mirarás las altas montañas
y tal vez sólo verás la nada.
Más cuando las contemplo
pienso en su misterio,
en todo lo que ellas saben y callan.

¡Pero si es una montaña!
Me dirás en tu sorpresa.
Si, te diré casi sonriendo,
así es
Pero ¿acaso no sientes su fuerza,
la ancestral sabiduría que atesora?
Y seguramente pensarás que estoy loca.

Cuando contemplo una montaña
en mi silencio de mortaja por el duelo,
sólo pienso en la brevedad de nuestra vida.
¡Qué importantes nos creemos!
Pero mírala a Ella
Ahí estaba, ahí está
y el día que mueras, seguirá estando,
poderosa, silenciosa, inamovible,
observando cómo las generaciones pasan.

- ... Y se olvidan... -
 

 

4 de junio de 2012

Tripensantes

Los tres tenían la mirada clavada en la camisa que sujetaba él.
Ella pensó:
"¡Lino! Para nada, que luego no hay quien lo planche y me va a tocar a mí."
Y resuelta le dijo a él:
   -Mira otra, que esto no hay quien lo planche.
La dependienta pensó:
"¡Cómo lo sabe!... pero me tengo que quitar estas camisas de encima como sea, menuda cabrona..."
Y contenida dijo:
 -Mujer, lino lino, no es, que lleva un 2 % de algodón y se plancha mejor...
Él pensó sin apartar la mirada de la camisa que le encantaba:
"Hay que ver las mujeres como son, siempre pensando en esas chorradas."
Y dejando la camisa en su sitio, se giró para mirar otras sin decir ni una palabra.

(Imagen: "Achrome" de Piero Manzoni)


(Fue publicado en este blog el día 15 de julio de 2009) 

1 de junio de 2012

Saber




Ustedes deberían saber
que me reflejo en las palabras,
que si dos gatos maúllan a la luna
yo me uno sonriendo con un aria.

Ustedes no saben que
el averno es mi misterio,
y el cielo un gran invento,
que ni ardo en el fuego
ni me gano el firmamento.

Nadie debería saber
que soy mujer de luna y plata,
eterna Sibila sin oráculo,
ni inciensos, ni patria.

Y todos saben que
entre lejanas quebradas,
vi el sol posarse entre nieve,
aquella noche oscura y cerrada,
cuando las estrellas me acompañaban.

(Imagen: Hu Jun Di)

14 de mayo de 2012

Féminas 2




   -No miréis, acaba de entrar Celia.-Dijo Lola.
Todas bajaron la mirada al fondo de la taza que sostenían entre las manos.
   -Es que yo no puedo mirarla, ni cuando me habla.-Dijo Marta.
   - ¿Y cómo haces entonces?-Preguntó Lola con mucha curiosidad.
   -Pues desenfoco la mirada. Desde que Noe me contó el cotilleo de hace once años, es que no puedo mirarla sin verla de rodillas. –Confesó Marta.
   -Pero calla, loca, que te va a oír. –Dijo Lola bajando la voz y haciendo un gesto parecido a un ratoncillo asustado.
   -¿De rodillas?  ¿Y eso?-Dijo Paloma.
   -No me digas que tú no sabes lo de Celia.-Se asombró Lola.
   -No. Y aunque no la conozco nada más que de hola y adiós me encantaría enterarme.-Dijo Paloma estirándose en la silla.
   -Bueno, allá tú, no podrás mirarla a la cara sin verla de rodillas entonces.-Sentenció Marta.
   -Mira que eres sensible, por el amor de dios, Marta.-Casi grita Lola.
   -No es eso Lola, es que no le pega, la verdad. Tiene ese aire de sucedáneo de pija de caseta en feria y que no, que no le pega.-Sentenció Marta a la vez que tomaba la taza entre sus manos.
 Lola empezó a reír disimuladamente y aunque tentada de repasar a Celia de arriba a bajo, se contuvo.
   -Bueno, me lo cuentas o qué –Reclamó Paloma muerta de curiosidad.

Las tres amigas dejaron las tazas en la mesa y a la vez acercaron sus cabezas como en un aquelarre.
   -Bueno, hace once años Celia trabajaba de comercial en “Pleamar” y un buen día entró la mujer de Gonzalo. Como no estaba Celia en su mesa entró sin más al despacho y allí se encontró a Celia de rodillas totalmente entregada a una felación que le dejaba a Gonzalo con los ojos en blanco.-Cuchicheó Marta.
   -¡No me digas, por dios! –alzó la voz Paloma.
   -¡Pero cállate, que nos va a oír y a ver cómo la miramos entonces!-Dijo Lola divertida.
   -No veas la que se formó, imagínate. La mujer empezó a gritar y la gente que pasaba por la calle entró alarmada pensando que algo grave estaba sucediendo y allí se encontraron con Celia aún de rodillas, a Gonzalo con el pantalón de aquella manera y a Cristina agarrándose el pecho como si la fuera a dar un infarto llamando de todo a Celia.-Se produjo un breve silencio.-Y es que desde que me lo contó no puedo verla de ninguna otra manera, es horrible.-Marta miró de reojo a Celia por encima de su taza.

Dicho esto se echaron para atrás, tomaron de nuevo la taza entre sus manos y sorbieron con deleite un poco del té casi frío ya.
No hablaban pero miraban disimuladamente a Celia.
Lola se echó hacia delante:
   -Qué fina estás últimamente, Marta, mira que decir felación…
   -Mujer, es por suavizar la situación, digo yo...-Dijo Paloma.
Marta se quedó callada, ensimismada mirando a Celia de reojo mientras Paloma y Lola se daban disimuladamente codazos.
  -Mira qué incómodo, de rodillas, sin nada debajo.-Dijo Marta.
  -Claro, como tienes las rodillas en puro hueso a ti te dolerían.-Sentenció Lola.
  -Es que no todas llevamos almohadón de fábrica, sabes.-Contestó Marta con tono molesto.
  -Haya calma, chicas.-Dijo Paloma resignada.

Celia se volvió mirándolas.
Todas ellas desenfocaron la mirada mientras Celia, con su taza de café en la mano se acercaba.