-Imagen tomada de la red- |
Vosotras, piedras
violentamente
deformadas,
rotas
por el golpe
preciso del cincel,
exhibiréis aún
durante siglos
el último perfil
que os dejaron:
senos inconmovibles
a un suspiro,
firmes
piernas que
desconocen la fatiga,
músculos
tensos
en su esfuerzo
inútil,
cabelleras que el
viento
no despeina,
ojos abiertos que
la luz rechazan.
Pero
vuestra arrogancia
inmóvil, vuestra
fría
belleza,
la desdeñosa fe del
inmutable
gesto, acabarán
un día.
El tiempo es más
tenaz.
La tierra espera
por vosotras
también.
En ella caeréis por
vuestro peso,
seréis,
si no cenizas,
ruinas,
polvo, y vuestra
soñada eternidad
será la nada.
Hacia la piedra
regresaréis piedra,
indiferente
mineral, hundido
escombro,
después de haber
vivido el duro, ilustre,
solemne,
victorioso, ecuestre sueño
de una gloria
erigida a la memoria
de algo también
disperso en el olvido.