31 de octubre de 2020

Rosalía de Castro: Lágrima triste en mi dolor vertida




Lágrima triste en mi dolor vertida,
perla del corazón que entre tormentas
fue en largas horas de pesar nacida,
en fúnebre memoria convertida
la flor será que a tu corona enlace;
las horas de la vida turbulentas
ajan las flores y el laurel marchitan;
pero lágrimas, ¡ay!, que el alma esconde,
llanto de duelo que el dolor fecunda,
si el triste hueco de una tumba anega
y sus húmedos hálitos inunda,
ni el sol de fuego que en Oriente nace
seco su manantial a dejar llega
ni en sutiles vapores le deshace,
¡y es manantial fecundo el llanto mío
para verter sobre un sepulcro amado
de mil recuerdos caudaloso río!


-Rosalía de Castro-

 

8 de octubre de 2020

Quiero

-Imagen tomada de la red-


Quiero tu mirada,
aquello que ocultas
y te hace entre la sombra.
Quiero campar por el campo
de tu escarcha.
Dame el canto de tu fuente;
déjame que en él duerma,
aunque la hiedra me devore.
 
Quiero esa mirada tuya,
la que es derrota y victoria.
Quiero transitar tus primaveras,
en la espera de este invierno,
que llegará, llenándolo todo.
Déjame tendida al sol
mientras me miras desaparecer,
en el murmullo de tu fuente.
 
Dame todo
aunque nada quiera.
 
Y aunque nada quiera,
sabes que de ti, lo quiero todo.
 
-Verónica Calvo-

2 de octubre de 2020

Lluvia en el cristal


-Imagen tomada de la red-


Al silencio roto
por la lluvia contra los cristales,
lo llamábamos felicidad.
Jamás nos sentíamos solos.

En nuestra orilla,
el sol nunca se velaba por la bruma.
Leíamos poemas de Ginsberg
y dejábamos que el mundo orbitara a su manera.


Hubo una tormenta.
Una huida hacia delante.
Quedó el tiempo como un destiempo prematuro.
 
Ahora solo hay ruido.
Y nubes que corren por el cielo.
Silencios que son vacíos,
porque desde que te fuiste,
la lluvia contra el cristal,
se llama añoranza.
 
 
-Verónica Calvo-


23 de septiembre de 2020

Sam Shepard: de Crónicas de motel

                                                               -Imagen tomada de la red-

Esta noche alejo de mí a todo el mundo. Lo he hecho durante todo el día, pero esta noche sigo haciéndolo hasta con virulencia. He acampado junto a mi ventana favorita y por mucho que toquen armónicas, por mucho que oiga entrechocar los platos, risas y voces de otras habitaciones de esta casa, nada me arrancará de aquí. Lo que verdaderamente ansío es el momento en el que se desvanece el día. Coches que acaban de encender los faros. Lechuzas tanteando el terreno. Este ataque de malevolencia se desvanece poco a poco cuando se hace verdaderamente de noche.

   Siempre me pongo raro con el Veranillo. Ya lo he notado otras veces. Mi organismo entero se siente estafado. Justo cuando el cuerpo empezaba a enamorarse de las doradas hojas de Chopo que caían planeando. Del olor de la leña de Madroño quemándose. El Veranillo desgarra de parte a parte el salvaje encanto del Otoño.

   No tengo ganas de rondar por ahí quitándome hasta la camisa. Lo que quiero son gruesas capas de mantas canadienses y un buen fuego. Y perros. Y noches frías, frías.

 -Sam Shepard-

 22/9/80

Santa Rosa, Ca

(De Crónicas de motel)