-Imagen Brooke Shaden-
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Desaprovechó
las mañanas
que
levanta entre nubes,
las
tardes de paseo y respiro
y
las noches perfumadas de jazmines.
Se
quedó inánime entre quejas y bostezos
viendo
pasar los días.
Te
quedaste ahí, mujer,
esperando
el frío beso de la muerte.
Y
esta llegó,
como
casi siempre a destiempo;
inoportuna
e insolente.
Llegó
cuando el sol
volvió
a calentar tu mirada.
Quisiste
entonces
aferrarte
a la vida
y
esta se escapaba.
Te
agarraste fuerte
en
tu último suspiro,
en
esa mezcla de respirar rosa y espina,
que
a tus ojos su brillar, eclipsa.
Y
yo solo recordé aquellos
versos
terribles de Baudelaire
a
la mujer que solloza porque ha vivido.
-Verónica
Calvo-