se hizo espuma.
Un borbotón rojo
asoló el corazón.
Y se hizo playa,
arena blanca,
inmensidad azul.
Una gaviota
voló libre entre sus venas.
Adornó el olvido
con un caracol de nácar.
Y se entregó,
gozosa de su causa,
al viento mistral
que en sus cabellos jugaba.
La sangre –otra vez la sangre-,
se hizo océano…
¡Qué éxtasis lleva la plenitud
del último momento!
-Verónica Calvo-
(De Agua)
-Imagen tomada de la red-