Serpentean los caminos de arena entre pinos
silvestres. Te acompaña el silencio roto por el murmullo del agua. La niebla se levanta con los primeros rayos de sol, que rosean las enormes piedras.
Algo en tu interior despierta cuando alza el
vuelo un águila que otea los valles.
Llega aire fresco de las cumbres aún
nevadas, olor de resina y musgo, todo es alimento para el alma.
Y te paras en un recodo… el corazón se
acompasa con el pulso de Guadarrama. Te haces uno con él, evocas antiguas
imágenes sepia y sabes, que eres tan efímero como la jara en el monte, ante la
majestuosa belleza granítica anclada en la vertiente.
Sucede aquello que anhelas, llega como una
ola sinuosa de color y forma: necesitas parir una poesía, pinceladas para este
lienzo que te desborda.
[…]
bañan tus rocas
las
frías aguas
del
deshielo
de montaña.
Río
Manzanares,
cantas
en el canchal
de
la Cuenca Alta,
meciendo,
a tu paso,
sensaciones
que elevan,
en
el despejado cielo.
Tu
alma queda desprovista
de
palabras mundanas. […]
Y ahora, en este vacío que te acomete,
quizás puedas llegar a sentir, los ancestrales ecos de voces que descienden de
las cumbres.
-Breve
apunte en una hoja-
-Verónica Calvo-