la luz
caliente y aguerrida del desierto
y
desarmaré la espada,
que
corta el aire de tu palabra
y tu
aliento.
Tomaré
en mis labios
la risa gris
y negra de las nubes rojas
y
asustaré al espectro,
que
inspira fríos presagios
en
indefensas bocas.
Tomaré
en mi frente
los
pétalos que abren rosas
en el
balcón del cielo
y daré
jaque mate al infierno, que teje
la
telaraña del miedo.
Tomaré
en mi alma
los
pinceles del mar, que aletean
lienzos
de gaviotas
y
romperé las ideas, que aprisionan
el
corazón de las rocas.
Tomaré
en mis pies
el
temple y el murmullo del viento
y
encontraré la muralla,
que
duerme y aletarga tu íntimo
y eterno
sentimiento.
Tomaré
los ríos serenos,
que
fluyen en el valle de mi senda
y
destruiré los planos,
que con
odio levantan tu poder
y tu
guerra.
Será
fácil ser…
luz y
calor del desierto,
risa y
nube,
pétalo y
cielo,
río y
viento templado,
mar y
gaviota en vuelo,
porque
soy el paisaje de una mujer
que
habita en mis adentros.