-Imagen Elena Baca-
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Nunca
más volviste,
Daniel.
Desde entonces ya no hubo patio
ni baúles con especias,
ni la luz posó sus labios
en los membrillos del aparador.
Y en vez de tu cuerpo fue la fiebre,
la humedad,
el tremendo cansancio
fluyendo de los frascos de perfume.
Por la tarde se me cala el cabello
en un charco de polvo.
Por la noche agrietaba con los nudillos
el ventanal de mi cuarto.
Daniel.
Desde entonces ya no hubo patio
ni baúles con especias,
ni la luz posó sus labios
en los membrillos del aparador.
Y en vez de tu cuerpo fue la fiebre,
la humedad,
el tremendo cansancio
fluyendo de los frascos de perfume.
Por la tarde se me cala el cabello
en un charco de polvo.
Por la noche agrietaba con los nudillos
el ventanal de mi cuarto.
(De El libro de Tamar)
12 comentarios:
Gracias por este detalle de Almudena Guzmán.
Un abrazo.
Un hermoso poema lleno de puro sentimiento.
Besos Vero!!
un poema a la ausencia
donde lo amado se hacen más presente en los silencios rutinarios
abrazos Verito
Es una belleza de poema.
Besossss
Precioso poema! Qué bonito escribe!
Un beso!
Sentimiento de ausencia...
Debe ser interesante su lectura, gracias.
Un abrazo
Jo... qué envidia!!!
Besos.
Me da que tendré que leer "El libro de Tamar". Gracias por compartirlo. Un abrazo.
Triste y bello al mismo tiempo
Besos
Maravilloso.
Besos.
Qué hermoso.
Un beso.
Muchas gracias por los comentarios.
Os recomiendo leer a Almudena Guzmán.
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