16 de septiembre de 2020

Poema en días extraños


Escribir un poema,
a pesar de tener la palabra perdida,
viene a ser como escribir, en el agua de los ojos,
una estrofa de esperanza, un canto a la vida.

Y ahora vendrá el viento,
y la tarde que no pasa.
Y luego la noche que todo lo vela.

El silencio que cubre,
                               anestesia que no cesa.

No hay poemas.
Nada.

V a c í o.


-Verónica Calvo-


6 de septiembre de 2020

Recorrido


Es caminar la larga noche hasta la aurora.
Fue volver a pasear jardines solitarios
donde el eco, rememora.
Será regresar al origen;
allí donde no existen razones.

Es volver a caminar el largo día a la espera de la noche.
Fue querer volver al momento que no vuelve
y que a pesar de saberlo, nos envuelve.
Será callar; adormecer la memoria,
(re)surgir en lo que reste entre el rescoldo.

Y seguir volando con el viento,
                                            aunque sea en contra.

-Verónica Calvo-

26 de agosto de 2020

Poema inspirado por un verso

-Imagen: Katia Chausheva-



Todos estaban muertos o con las alas rotas o devoradas por la vida.

-Edgar Lee Masters-

1


El recuerdo.
Voces que se elevan con el viento.
La sombra se diluye en cada estancia.

2

El silencio.
La perspectiva de aquello que vimos desde el aire.
Añoranzas.

3

El horizonte es un lienzo negro.
La espera de lo que calla.
Nadie viene. Nada.

-Verónica Calvo-

9 de agosto de 2020

Y la noche...

-Imagen Brooke Shaden-

Y la noche
llegó a cada pliegue que me compone.
La sombra del recuerdo
borra el brillo de la estrella.

Hay fisuras
en cada aurora.
Más allá de este cuarto de luna,
las voces surgen naufragas, en este minuto
que lo es Todo -que será Nada-.

Y la noche
todo lo cubre; todo lo tapa.
Más allá del pensamiento,
cajas de música desafinadas.

El tiempo difumina
el rostro de aquellos que habitan, en el desarraigo.


-Verónica Calvo-

31 de julio de 2020

Edgar Lee Masters: Robert Davidson

-Imagen tomada de la red-


Me cebé espiritualmente alimentándome de almas de hombres.
Si veía un alma fuerte,
hería su orgullo y devoraba su fuerza.
Los refugios de la amistad sabían de mis mañas,
pues cuando yo podía robar a un amigo, lo hacía.
Y siempre que podía aumentar mi fuerza
socavando la ambición ajena, lo hacía
para allanarle el camino a la mía.
Y el triunfar sobre otras almas,
simplemente para afirmar y probar mi fuerza superior,
era para mí una delicia,
el intenso placer de la gimnasia del alma.
Devorando almas, debería haber vivido para siempre.
Pero sus restos indigestos me produjeron una nefritis mortal,
con ansiedad, insomnio, ánimo deprimido,
odio, recelo y trastornos de vista.
Al final, con un grito de espanto, tuve un colapso.
Recordad que los gusanos,
no se alimentan de otros gusanos.


(Poema perteneciente a Antología de Spoon River)