14 de mayo de 2012

Féminas 2




   -No miréis, acaba de entrar Celia.-Dijo Lola.
Todas bajaron la mirada al fondo de la taza que sostenían entre las manos.
   -Es que yo no puedo mirarla, ni cuando me habla.-Dijo Marta.
   - ¿Y cómo haces entonces?-Preguntó Lola con mucha curiosidad.
   -Pues desenfoco la mirada. Desde que Noe me contó el cotilleo de hace once años, es que no puedo mirarla sin verla de rodillas. –Confesó Marta.
   -Pero calla, loca, que te va a oír. –Dijo Lola bajando la voz y haciendo un gesto parecido a un ratoncillo asustado.
   -¿De rodillas?  ¿Y eso?-Dijo Paloma.
   -No me digas que tú no sabes lo de Celia.-Se asombró Lola.
   -No. Y aunque no la conozco nada más que de hola y adiós me encantaría enterarme.-Dijo Paloma estirándose en la silla.
   -Bueno, allá tú, no podrás mirarla a la cara sin verla de rodillas entonces.-Sentenció Marta.
   -Mira que eres sensible, por el amor de dios, Marta.-Casi grita Lola.
   -No es eso Lola, es que no le pega, la verdad. Tiene ese aire de sucedáneo de pija de caseta en feria y que no, que no le pega.-Sentenció Marta a la vez que tomaba la taza entre sus manos.
 Lola empezó a reír disimuladamente y aunque tentada de repasar a Celia de arriba a bajo, se contuvo.
   -Bueno, me lo cuentas o qué –Reclamó Paloma muerta de curiosidad.

Las tres amigas dejaron las tazas en la mesa y a la vez acercaron sus cabezas como en un aquelarre.
   -Bueno, hace once años Celia trabajaba de comercial en “Pleamar” y un buen día entró la mujer de Gonzalo. Como no estaba Celia en su mesa entró sin más al despacho y allí se encontró a Celia de rodillas totalmente entregada a una felación que le dejaba a Gonzalo con los ojos en blanco.-Cuchicheó Marta.
   -¡No me digas, por dios! –alzó la voz Paloma.
   -¡Pero cállate, que nos va a oír y a ver cómo la miramos entonces!-Dijo Lola divertida.
   -No veas la que se formó, imagínate. La mujer empezó a gritar y la gente que pasaba por la calle entró alarmada pensando que algo grave estaba sucediendo y allí se encontraron con Celia aún de rodillas, a Gonzalo con el pantalón de aquella manera y a Cristina agarrándose el pecho como si la fuera a dar un infarto llamando de todo a Celia.-Se produjo un breve silencio.-Y es que desde que me lo contó no puedo verla de ninguna otra manera, es horrible.-Marta miró de reojo a Celia por encima de su taza.

Dicho esto se echaron para atrás, tomaron de nuevo la taza entre sus manos y sorbieron con deleite un poco del té casi frío ya.
No hablaban pero miraban disimuladamente a Celia.
Lola se echó hacia delante:
   -Qué fina estás últimamente, Marta, mira que decir felación…
   -Mujer, es por suavizar la situación, digo yo...-Dijo Paloma.
Marta se quedó callada, ensimismada mirando a Celia de reojo mientras Paloma y Lola se daban disimuladamente codazos.
  -Mira qué incómodo, de rodillas, sin nada debajo.-Dijo Marta.
  -Claro, como tienes las rodillas en puro hueso a ti te dolerían.-Sentenció Lola.
  -Es que no todas llevamos almohadón de fábrica, sabes.-Contestó Marta con tono molesto.
  -Haya calma, chicas.-Dijo Paloma resignada.

Celia se volvió mirándolas.
Todas ellas desenfocaron la mirada mientras Celia, con su taza de café en la mano se acercaba.

3 de mayo de 2012

Poema de la Luna cómplice















La luna a mi izquierda
no esconde su mano
ni escribe renglones torcidos
en nombre de Dios.
Calla y otorga
el silencio privado 
que rompe el eco de mi muda voz.


30 de abril de 2012

Caí



Caí suave, 
como una mariposa de papel
sobre tu atardecer.
Me tomaste,
en el silencio
que vive hacia dentro,
y se hace resonancia
cuando el deseo brota.
Quise evaporar de la piel
los recuerdos del ayer,
túneles infinitos
donde llueven abriles
cargados de nostalgias.
Y siendo mar encrespada,
tomé fuerte tu mano
siendo guiada 
hacia amaneceres
donde placeres aguardan.

(Imagen: Elena Baca)

                                  

22 de abril de 2012

Homenaje a mis libros


Sentí el tacto del pomo de la puerta y acudieron a mi mente miles de imágenes, sensaciones, risas y nostalgias. Tomé aire, erguí mi espalda y giré el pomo con mano temblorosa.
Silencio reinando entre silencio. 
Una tenue luz ámbar procedente de la claraboya iluminaba la estancia. El olor a papel y el aire empobrecido hicieron que me sintiera de vuelta a mi infancia. Casi podía ver ante mis ojos imágenes de otra época, cuando mi tía había cerrado la tienda y yo jugaba a saltar en una pierna mientras contaba hasta mil. Mi tía ponía orden en el libro de ventas y yo, cansada de saltos, me tranquilizaba recorriendo las estanterías en busca de algún título que me hiciera imaginar alguna aventura. Por aquel entonces los libros me parecían extraños objetos que contenían hormiguitas negras en papeles blancos.
Así crecí, jugando a abordar barcos porque yo era la pirata más valiente del mundo, jugando a la rayuela cuando mi madre me ponía un vestido con instrucciones de no mancharlo y soñando con los ojos abiertos con que algún día tendría una varita mágica para fabricarme un mundo a medida.

Y ahora estaba allí, sola, con un vestido que se podía manchar, sin más juegos que disimular mi malestar ante los ojos ávidos de flaquezas ajenas y sobre todo, con mi mundo hecho pedazos a mis pies.
Sola.
 Cerré la puerta suavemente, como no queriendo despertar al polvo que cubría los recuerdos y casi caminando de puntillas, me situé debajo de la claraboya. El haz de luz ambarino tranquilizó mis resistencias y rompí a llorar.
Desfilaron ante mí todos mis familiares y sueños que están en el mundo de los ausentes y añoré enormemente a mi tía, que se fue discretamente mientras leía una noche un poemario que alguien dejó envuelto en papel de seda azulado en el alfeizar de la ventana de la tienda para que lo leyera.
Y ahora estaba yo allí, petrificada, muerta de miedo ante la idea de que había aceptado hacerme cargo de la librería.

Recordé que empecé a leer el mismo día que me cansé de los abordajes, ya no manchaba mis ropas fueran las que fuesen y la rayuela era sólo un olvido. Recuerdo que mi tía me llevó un vaso de chocolate caliente y un libro que se llamaba "La cabaña del tío Tom".
Aquel libro que no era ni gordo ni delgado, ni con letra pequeña ni grande, con algún dibujo desperdigado entre las páginas, me atrapó de tal manera que hizo plantearme seriamente dedicar mi vida a defender los derechos de los desfavorecidos. 
Mis juegos empezaron a ser otros desde que cerré el libro tras la palabra fin. Disfrutaba leyendo los libros de las estanterías y me sentía muy afortunada por tener al alcance de las manos tantas historias a mi disposición. 
Los libros de Allan Poe acompañaron mi adolescencia. Leía hasta la mitad el relato y ávida, escribía la otra mitad. Luego se lo leía a mi tía y juntas acabábamos de leer el resto del relato, que casi siempre acababa de una manera parecida al mío, lo cual me desconcertaba hasta que alguien, años después, me dijo que una historia bien construida, con una línea de acción bien desarrollada, inevitablemente llevaban a un desenlace lógico.

Desde entonces muchos libros han sido mis compañeros de viaje y etapas, pero desde que cayera en mis manos "El guardián entre el centeno" cuando cumplí veintidós años, ha sido mi compañero de vida. Siempre me sentí un poco como Holden Caulfield. Quise ayudar a los desfavorecidos sin saber que yo era la primera de la lista. Quise mantener el control con justicia y ecuanimidad y acabé derrotada por mis propios valores. Sólo quise vigilar entre el centeno que nadie sufriera y acabé sepultada en batallas ajenas. Por eso camino de puntillas, para pasar desapercibida, como Holden, vagando por la ciudad con un rumbo que nunca llega, para acabar en un lugar donde nos van a curar de la fragilidad de nuestros interiores. 
Este es mi psiquiátrico desde que acepté el reto de la responsabilidad.

Ha pasado un año y medio. Ya no camino de puntillas. Ahora piso con firmeza, sonrío y si me mancho la ropa, no me importa. 
Volví a leer mi maltrecho libro de Salinger mientras me instalaba, tomaba con serenidad las riendas de la librería y me ponía al día en mi nueva vida.
Tengo nuevos compañeros de camino que me hacen soñar, reír, preocuparme y sobre todo, elevarme. Holden sigue conmigo. Está bajo el mostrador intentando recomponer su mundo mientras yo casi tengo el mío en paz sin necesidad de varitas inexistentes.

Poemas, relatos, novelas... todo un mundo donde me sumerjo olvidada de mí para retomar el placer de jugar a completar la mitad del relato para seguir asombrándome del resultado.
"En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo". Son las palabras finales de Holden y acuden a mi mente como un recordatorio. Hoy hecho tanto de menos a los ausentes... mejor no seguir contando más, aunque las añoranzas sean fuente de inspiración, todavía no ha llegado el momento para ello...

Fue publicado en este blog el 3 de mayo de 2009 y hoy lo rescato como homenaje al pasado día 2, Día Mundial del Libro Infantil y Juvenil, y para mañana, Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor.

16 de abril de 2012

Déjame ser




Conviértete en mi eterna noche,
destello de luz de mi felicidad,
y déjame ser imagen que alimente
tu sonrisa y abrigue tu soledad.



(Imagen: Brooke Shaden) 

18 de marzo de 2012

Sensorial



Sobre la mirada,
el vuelo de una nube.
En mi anudado deseo
desoriento mis sentidos.
Con mis manos retengo suspiros
y en mis labios, tengo, tu beso adherido.



-Verónica Calvo-




10 de marzo de 2012

Almas


Iriscencia de mi alma
destella ante la tuya.
Se reconoce en ella,
se complace  y se eleva.
Juntas vuelan lejos del dolor,
de la tormenta de los celos
y del asesino rencor
que deja la posesión.
Se elevan, van lejos
siendo fundidas en una...

En nuestros ojos, ellas son.

-Verónica Calvo-

(Publicado en "Poetas andaluces de ahora" )

2 de marzo de 2012

Bosque



Sobreviven las nubes incendiadas
avivando en su gesto la melancolía.
Entre misterios y ocres avanzo,
sombra oscura y vulnerable,
por el sendero bosque adentro.
Algún trino vespertino
sobresalta la quietud
que solo el viento rompe.
Y empujándome a despojar recuerdos,
la inmensidad de Natura me sobrecoge.

(Dedicado a Caperucita Roja)

(Pintura de Gustave Couvet "La foret en automne")

27 de febrero de 2012

Féminas 1


Terminada la jornada laboral matutina, Sonia se dirigió a la oficina para tratar un asunto rutinario. Allí estaban Paqui, Elena y Enrique.
Elena acababa de terminar también su jornada laboral y se quejaba del calor y las pocas ganas de trabajar por la tarde, con lo bien que se está en la playa.
Así que Sonia dijo, para acabar de aplastar el ánimo de Elena:
- Pues ayer me pasé dos horas en el spa donde trabaja Silvia y luego no veas las ganas de trabajar que tenía...
Al pronunciar la palabra "spa" los allí presentes elevaron la vista de las pantallas de los ordenadores y arquearon una ceja.
- ¡¿Cómo se te ocurre hacer eso, por dios?! - Dijo Elena con un suspiro - ¿Está bien el spa?
- Está muy bien... baño turco, terma romana, gruta del hielo, piscina de agua gélida, otra de agua caliente, pasillo de lluvia, piscina de cítricos que como tengas un arañazo escuece que no veas, dos jacuzzi, piscina de chorros que te dejan en la gloria y espacio más que suficiente para nadar. Sauna finlandesa, piscina de cantos rodados y sala de relax.
Informó Sonia erizada como una gata recordando la tarde anterior. En la oficina flotaba un silencio liviano de imaginaciones personales dentro de un spa que no conocían.
- Y encima ligué.
Todos volvieron a levantar la ceja. Esta vez habló Paqui:
- ¿Ligaste? ¿y eso? ¡cuenta cuenta!
- Pues nada, un incondicional que se flechó conmigo. Me seguía a todas partes. Estaba yo ahí entre naranjas y limones, el entraba. Me metía al jacuzzi grande y estaba yo ahí en un remolino, toma, me chocaba con el, que me ponía en los chorros, el al lado... ¡no veas qué cosa, si me descuido esta mañana le tengo que dar explicaciones al señor Matías de quién es y por qué está en casa!
Casi a la vez Elena y Paqui preguntaron:
- ¿Estaba buenorro?
Sonia echó la cabeza atrás y la sacudió como queriendo olvidar:
- ¡Era el típico que no nos gusta nada a ninguna!
Hubo un revuelo de voces femeninas. Enrique aparcó momentáneamente el trabajo y parecía divertirse.
- ¡Qué horror!
- ¡Puag! no me digas... ¿Y el bañador cómo era?, seguro que de esos que van marcando paquete, qué asco... me entra fatiga y todo de pensarlo.
Sonia tranquilizó a Elena que había palidecido y todo:
- ¡Qué va, iya! te digo que es el típico que no nos gusta nada, de estos que ha llegado al hotel por negocios, se ha dado de narices con la playa, la piscina y el spa y como nunca se compra la ropa, que para eso está la madre, la novia o la mujer, no sabe la talla y se ha metido en la primera tienda donde ha visto un bañador y se lo ha comprado. Por supuesto ni idea de que la ropa que no se vende está puesta delante. Como no está acostumbrado a comprar, ha cogido el primero y como cuatro tallas más. Y hala, al spa a relajarse, que tiene vales con la habitación y hay que aprovechar.

Silencio roto por Paqui:
- Sí, ese es el típico que no nos gusta, llevas razón.
Y Elena algo recuperada añadió:
- Pero bueno, ya que me he puesto mala, dinos cómo era el bañador.
- Pues hasta la rodilla, con la cuerda al máximo con lo cual parecía una mesa camilla, blanco con rayas horizontales rojas, verdes y amarillas. Un horror, ya os digo. Cuando lo vea su madre, mujer o novia al deshacerle la maleta le va a regañar.
Enrique no perdía detalle de la conversación entre divertido y anonadado. Elena volvió a la carga:
- Me estoy poniendo mala, hasta me vuelve la fatiga.
Y Sonia divertida añadió:
- Se vino detrás y cuando metió el pie en la piscina que está helada, me miró como manteniendo el tipo y asombrado de verme en el centro sumergiéndome hasta el cuello. Así que le echó el resto y dignamente hizo lo mismo. Empezó a bajar los escalones conteniendo la respiración y lanzando onomatopeyas. Yo ya salía, con los tobillos doloridos y morados, y le digo "fría ¿eh?" y el, con toda la tripa dentro y morao como un nazareno me dice entrecortado "si si si".
Paqui y Elena exclamaron al unísono:
- ¡Qué impresentable!
- ¡Pues no os estoy diciendo que es el típico que no nos gusta!... al final le tuve que bufar.
Todos clavaron la mirada atónitos en Sonia.
- ¿Qué le bufaste? - Dijo Paqui entre divertida y asombrada- ¿Cómo que le bufaste?
- Me voy a la sala de relax. Allí, musiquita suave con olas de fondo, todo oscuro, con luz negra. Estaba una amiga con su hija, así que me tumbo entre ellas, que ya se iban. La tumbona calentita y un airecillo fresco por encima... La gloria, vamos. Y entra ese que no nos gusta con el blanco del bañador dando el cante. Bueno, se van y me quedo allí más tensa que un garrote en la sala de relax. Y se levanta y se tumba a mi lado.
-¡Qué impresentable! - Casi grita Elena descompuesta- Ya me has cerrado el estómago y hoy no como.
- ¿Y que hiciste? -Preguntó Paqui-
- Pues bufarle como una gata sin inmutarme... allí no estaba ni el Tato, así que tomo aire y ... ¡¡¡Bbbbbffffffff!!!! Pego el bufido del siglo. Suerte tuvo que no me incorporé con los ojos en blanco y enseñando los dientes.
Ambas féminas atónitas por lo que acababan de escuchar parecían tener los ojos redondos. Entonces Paqui estalló en una carcajada:
- ¡Qué cosas haces! ... mira que bufarle...
Enrique no salía de su asombro... ¡Lo que estaba aprendiendo ese día! Elena dijo:
- Hiciste muy bien, qué asco... desde luego ese no nos gusta a ninguna.
Y Sonia reafirmándose dijo:
- Pues si os lo he dicho nada más empezar la conversación: ¡era el típico que no nos gusta a ninguna!

(Fue publicado en este blog el  17 agosto de 2009)

19 de febrero de 2012

El adiós



El adiós…
¿Qué es el adiós?
Una mirada velada asentada,
un cuerpo que rezuma fluidos,
un corazón que esquiva lo sentido
y tal vez una esperanza devastada.

Un largo camino al vacío
que te lleva de vuelta a la senda
donde abrazan los tibios,
y allí esperas, iluso, la nada.

El adiós...
¿Qué es el adiós?
Tal vez cerrar los ojos a la vida.

Nada. Simplemente una palabra,
una acción, un intento de olvido.

(Pintura: Catherine Brooks)









11 de febrero de 2012

7 de febrero de 2012

Ocaso



Ocaso,
donde los deseos 
sueñan en brazos del aire
que trae el roce de tu alma,
despierta, tras los años de letargo.
Donde suspiro entre líneas 
de un poema donde te atrapo.
Rincones de penumbras
hablan de antiguas vidas,
llenas de tendencias y evasivas.
Coherente luz, dame una flor
del jardín de mis ausentes,
y deja que susurre 
delirios de amor
en mis oídos.
Su aroma, el tuyo, el mío,
envuelve el tacto de seda
de esta piel que te suspira.

(Del poemario ©  “Penumbras”)

(Imagen: Brooke Shaden)


-Fue publicado en “Poetas andaluces de ahora”-

2 de febrero de 2012

Pétalo de rosa





Levanto la mirada al nocturno cielo,
y ante la inmensidad de lo que me ofrece,
no puedo por menos sentir
mi insignificancia ante lo magnífico.

Y es entonces, cuando en serenidad,
siento que soy un pétalo de rosa
depositado en tu corazón,
y me reconcilio con lo imperfecto.





19 de enero de 2012

En tí




En ti
me desnudo de piel y alma
entrego
este fecundo valle que me hace
y alcanzo
esa inmortalidad de la que me hablas.

(Imagen: Alberich Mathews)

11 de enero de 2012

Existencias



Existencias...
Tantas, tan llenas algunas
y tan vacías aquellas que hago mías.
Como el reloj de arena,
lleno y vacío, el eterno espacio reducido.
Porque hoy vi una luz en la oscuridad
sé que por el cielo vuelan suspiros,
que mueren en lontananzas dibujadas por mis manos.

(Imagen: Detalle de “Muerte y vida” de Klimt)

- Publicado en “Poetas andaluces de ahora”-



2 de enero de 2012

Magnolia



Enero, año 2000:
Hace ese frío que viene de la sierra de Madrid y que invita a arrebujarse en una buena bufanda de lana hasta los ojos.
El día ha amanecido como todos los días de año nuevo: con toneladas de basura y restos orgánicos de todo tipo, con sensación de resaca ajena  y con la misma soledad aplastante que ayer -escribió Teresa. Suspiró, dejó el cuaderno en el suelo y dándose la vuelta se volvió a tumbar a la vez que se tapaba con el edredón entera.
Durmió sin soñar en aquella tremenda oscuridad, en esa nada reconfortante que tanto agradeció porque necesitaba vaciar la mente de palabras y de imágenes, hasta que sonó el móvil a eso de las cuatro.
   - ¿Teresa? Soy Xi. He horneado un pan dulce y voy a preparar té de cardamomo porque he alquilado una peli. Van a venir Pili, Alba y Lili, que ha hecho confitura de uvas para tomar con el pan, así que vente a las seis.
   - Una perfecta reunión, por lo que veo.
   - No seas irónica, mujer, que hay que poner buena cara porque hemos dejado atrás el nefasto final de año...
   - Mira, sinceramente, no me apetece. Tengo el ánimo por el suelo, ya lo sabes, y reunirme con los peores estados de ánimo del mundo para que nos de una subida de azúcar o para acabar llorando a mares, como que no. Pili con el padre ingresado por intento de suicidio, Alba con el padre recién enterrado, Lili llena de contusiones y fisuras por el accidente, tu bipolar perdida con esto de que Vicente te ha dejado y yo... bueno, ni nombrarlo.
   - Pues por eso mismo, porque estamos hechas polvo es mejor reunirnos. Por eso he alquilado "Magnolia". Todos hablan maravillas de ella, dicen que es buenísima.
   - Tom Cruise... No me apetece. Está siempre sonriendo, no se sabe por qué pero sonríe y casi nunca cierra la boca. ¿Y cómo te ha dado por una película donde no sale George Clooney? Como sois presidentas de su club de fans se me hace raro.
- Venga, no seas así y vente. Te vas a quedar en tu casa durmiendo o amargada. Al menos aquí pasaremos un rato entretenidas sin revolcarnos en el mal rollo. A las seis te espero.


Enero 2000, 18:00 horas.
Teresa llamaba puntualmente a la puerta de la casa de Xi.
Una a una se besaron y hablaron por encima de todo aquello que no querían hablar.
Tomaron el pan dulce con confitura de uva, té de cardamomo azucarado en exceso y se pusieron a ver la película picoteando bombones rellenos de praliné que había llevado Pili.


Durante los 188 minutos de película nadie habló, nadie se movió. Y después de 30 minutos seguían igual hasta que Teresa se levantó, se puso el abrigo y casi en un susurro dijo que se iba a casa. Xi se levantó y dijo:
   -Quédate un poco más, ¿cómo te vas a ir así?
   - Es que si me quedo temo acabar saltando por la ventana con vosotras, todas agarradas de las manos... ¿Pero cómo se te ha ocurrido alquilar esta desolación?
   - Me la recomendó Vicente, yo que sabía.
   - Mira que hacerle caso a tu ex... Ya te dije que contarle lo de los cuernos con Alfonso no le iba  a sentar nada bien porque no es tan bueno ni tan comprensivo y mira... se estará frotando las manos. Me voy. Hasta mañana... si es que seguimos por estos lares, claro.


Teresa se volvió a su casa mirando al cielo en cada semáforo con total aprensión por si llovían sapos del cielo, bufando para expulsar de dentro la feliz velada de amigas y peli y tarareando "Save me" como si tuviera el don de la protección.


Al año siguiente se reunieron a ver "Sherk" pero Teresa no fue.


(Imagen: Mafiadog)