12 de septiembre de 2014

Niño blanco






Un niño blanco de algodón descansa en una nube. Contempla el cielo azul en este estío despejado. En sus ojos se refleja la luz de la tarde y la suave brisa deshilacha su figura.
Feliz él no ve otras nubes que se acercan por el norte del mismo cielo donde se mece.
Este niño blanco, algodón deshilachado, no sabe que él mismo es una nube. 
Ríe al sentir el frescor que le compone: gotas diminutas de agua, condensación de vapores.
Poco a poco se desvanece, contento, inconsciente de él mismo, asombrado del mundo que le contiene.
Y le miro desde mi ventana... es apenas ya una línea en el cielo azul inmenso mientras las nubes del norte, grandes, blancas, como ovejas esponjosas, van poblando mi mente en la pareidolia de sus formas.

Verónica Calvo


-Imagen tomada de la red-

6 de septiembre de 2014

J León Acosta: Algunas veces






Algunas veces he ido hasta los árboles.
Me he acercado a sus pies,
me he sentado y he apoyado la espalda,
primero en silencio, mirando el suelo,
las ramas secas, la hojarasca.
Después me he incorporado,
cuando he llenado el pecho de desdicha
y me ha faltado el aire por callarla.
Algunas veces, con el cielo entre sus copas,
no he podido contenerme.
A todos ellos he contado en voz alta
lo que pasaba
y les he pedido ayuda.
No han dicho nada,
pero tampoco se han ido de mi lado.
Tan solo susurraban,
susurraban sin palabras.
No hacían falta.
Susurrando como madres amorosas
con sus ramas y sus hojas
me calmaban.



-“Diario póstumo de Rafael”-

Imagen: Elena Dudina


1 de septiembre de 2014

El animal




Los hay que cada día
ensayan su muerte.
Tal vez rememoren
plácidos vaivenes
en el líquido amniótico.

Otros, sentados en erosionados
escalones de piedra,
conjuran contra los necios
y enarbolan palomas por bandera.

Hay quien tras un mal día,
destroza un bar
en una pésima borrachera.
Le miran y le rehúyen,
con temor a contagiarse.

Muchos, en la privacidad
de su coche,
gritan insultos hacia
las personas de su entorno.
A estos casi les sonreímos.
Quién no lo ha hecho.

Hay una raza casi extinguida.
Son especímenes que caminan
tranquilos, sonrientes.
Les miramos, no con envidia,
con desconfianza.

Porque nos recuerdan
demasiado a quienes fuimos,
cuando creíamos que el mundo
era seguro, y nosotros,
no éramos aun el animal
que llevamos dentro.


Verónica Calvo

24 de agosto de 2014

Falta de corrección ortotipográfica



   El proceso de editar puede ser muy tedioso por aquello de las revisiones, y se puede escapar una errata por mucho cuidado que tenga el corrector y todos los revisores. Todos sabemos que nos acostumbramos a leer por intuición, es decir, no leemos letra por letra, y el proceso de revisar debe hacerse así, por letra. También ocurre que ya conoces tanto un texto que aunque tengas delante el error, no lo ves. ¿No os ha pasado esto?
   Un día leí un libro que fue un suplicio. Evidentemente el texto no había sido revisado porque encontré:
   Palabras a las que faltaban letras (mauslo, en vez de mausoleo), orden invertido (qeu en vez de que), guiones en vez de rayas (-  —), falta de cierres de exclamaciones, interrogaciones y comillas, errores en tildes, algún artículo mal empleado o que brillaba por su ausencia, sangrías mal realizadas etc.
   El libro tenía 504 páginas repletas de errores ortotipográficos, de estilo y de maquetación, pero este es otro tema, y es una pena, porque la traducción era realmente buena. La editorial, conocidísima, de esas de toda la vida.
   Llegó un momento en que tanto error me molestaba. Pero la novela me tenía atrapada, de otra manera, creo que hubiera abandonado la lectura.
   ¿Cómo es posible esto? Evidentemente, nadie revisó. Una pena, porque el libro lo pagan los lectores en todo los sentidos.

   Vosotros, que sois lectores, ¿os ha pasado algo de este calibre? ¿Habéis encontrado este tipo de errores ortotipográficos en muchos libros? ¿Cuál ha sido el mayor que habéis encontrado? 
     Comentad lo que os apetezca, gracias.


Por si alguien no conoce lo que es la ortotipografía, aquí lo podéis leer.

-Imagen tomada de la red-

19 de agosto de 2014

Recuerdo






Una caricia
en la solapa de tu camisa.
El dulce aliento
de tu beso en mi mejilla.
Una luna de plata suspira,
en el recuerdo de la partida.

                        -Verónica Calvo-