4 de junio de 2012

Tripensantes

Los tres tenían la mirada clavada en la camisa que sujetaba él.
Ella pensó:
"¡Lino! Para nada, que luego no hay quien lo planche y me va a tocar a mí."
Y resuelta le dijo a él:
   -Mira otra, que esto no hay quien lo planche.
La dependienta pensó:
"¡Cómo lo sabe!... pero me tengo que quitar estas camisas de encima como sea, menuda cabrona..."
Y contenida dijo:
 -Mujer, lino lino, no es, que lleva un 2 % de algodón y se plancha mejor...
Él pensó sin apartar la mirada de la camisa que le encantaba:
"Hay que ver las mujeres como son, siempre pensando en esas chorradas."
Y dejando la camisa en su sitio, se giró para mirar otras sin decir ni una palabra.

(Imagen: "Achrome" de Piero Manzoni)


(Fue publicado en este blog el día 15 de julio de 2009) 

1 de junio de 2012

Saber




Ustedes deberían saber
que me reflejo en las palabras,
que si dos gatos maúllan a la luna
yo me uno sonriendo con un aria.

Ustedes no saben que
el averno es mi misterio,
y el cielo un gran invento,
que ni ardo en el fuego
ni me gano el firmamento.

Nadie debería saber
que soy mujer de luna y plata,
eterna Sibila sin oráculo,
ni inciensos, ni patria.

Y todos saben que
entre lejanas quebradas,
vi el sol posarse entre nieve,
aquella noche oscura y cerrada,
cuando las estrellas me acompañaban.

(Imagen: Hu Jun Di)

14 de mayo de 2012

Féminas 2




   -No miréis, acaba de entrar Celia.-Dijo Lola.
Todas bajaron la mirada al fondo de la taza que sostenían entre las manos.
   -Es que yo no puedo mirarla, ni cuando me habla.-Dijo Marta.
   - ¿Y cómo haces entonces?-Preguntó Lola con mucha curiosidad.
   -Pues desenfoco la mirada. Desde que Noe me contó el cotilleo de hace once años, es que no puedo mirarla sin verla de rodillas. –Confesó Marta.
   -Pero calla, loca, que te va a oír. –Dijo Lola bajando la voz y haciendo un gesto parecido a un ratoncillo asustado.
   -¿De rodillas?  ¿Y eso?-Dijo Paloma.
   -No me digas que tú no sabes lo de Celia.-Se asombró Lola.
   -No. Y aunque no la conozco nada más que de hola y adiós me encantaría enterarme.-Dijo Paloma estirándose en la silla.
   -Bueno, allá tú, no podrás mirarla a la cara sin verla de rodillas entonces.-Sentenció Marta.
   -Mira que eres sensible, por el amor de dios, Marta.-Casi grita Lola.
   -No es eso Lola, es que no le pega, la verdad. Tiene ese aire de sucedáneo de pija de caseta en feria y que no, que no le pega.-Sentenció Marta a la vez que tomaba la taza entre sus manos.
 Lola empezó a reír disimuladamente y aunque tentada de repasar a Celia de arriba a bajo, se contuvo.
   -Bueno, me lo cuentas o qué –Reclamó Paloma muerta de curiosidad.

Las tres amigas dejaron las tazas en la mesa y a la vez acercaron sus cabezas como en un aquelarre.
   -Bueno, hace once años Celia trabajaba de comercial en “Pleamar” y un buen día entró la mujer de Gonzalo. Como no estaba Celia en su mesa entró sin más al despacho y allí se encontró a Celia de rodillas totalmente entregada a una felación que le dejaba a Gonzalo con los ojos en blanco.-Cuchicheó Marta.
   -¡No me digas, por dios! –alzó la voz Paloma.
   -¡Pero cállate, que nos va a oír y a ver cómo la miramos entonces!-Dijo Lola divertida.
   -No veas la que se formó, imagínate. La mujer empezó a gritar y la gente que pasaba por la calle entró alarmada pensando que algo grave estaba sucediendo y allí se encontraron con Celia aún de rodillas, a Gonzalo con el pantalón de aquella manera y a Cristina agarrándose el pecho como si la fuera a dar un infarto llamando de todo a Celia.-Se produjo un breve silencio.-Y es que desde que me lo contó no puedo verla de ninguna otra manera, es horrible.-Marta miró de reojo a Celia por encima de su taza.

Dicho esto se echaron para atrás, tomaron de nuevo la taza entre sus manos y sorbieron con deleite un poco del té casi frío ya.
No hablaban pero miraban disimuladamente a Celia.
Lola se echó hacia delante:
   -Qué fina estás últimamente, Marta, mira que decir felación…
   -Mujer, es por suavizar la situación, digo yo...-Dijo Paloma.
Marta se quedó callada, ensimismada mirando a Celia de reojo mientras Paloma y Lola se daban disimuladamente codazos.
  -Mira qué incómodo, de rodillas, sin nada debajo.-Dijo Marta.
  -Claro, como tienes las rodillas en puro hueso a ti te dolerían.-Sentenció Lola.
  -Es que no todas llevamos almohadón de fábrica, sabes.-Contestó Marta con tono molesto.
  -Haya calma, chicas.-Dijo Paloma resignada.

Celia se volvió mirándolas.
Todas ellas desenfocaron la mirada mientras Celia, con su taza de café en la mano se acercaba.

3 de mayo de 2012

Poema de la Luna cómplice















La luna a mi izquierda
no esconde su mano
ni escribe renglones torcidos
en nombre de Dios.
Calla y otorga
el silencio privado 
que rompe el eco de mi muda voz.