-Imagen David Ho-
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Me
despertó mi hija:
—¡Mamá…
mamá!
Acudí a
su habitación, encendí la luz y la vi, abrazada a su osito muy asustada:
—¡Hay
una niña debajo de mi cama!
Hacía semanas
que no tenía esta pesadilla. No pude evitar sonreír cuando repetí la puesta en
escena: acariciar la carita de mi hija, llevarme el dedo índice a los labios,
arrodillarme despacio y levantar las mantas para mirar.
Entonces…
—Por
favor, señora, haga algo... ¡Hay una niña en mi cama!
-Verónica
Calvo-