Mirarás las altas montañas
y tal vez sólo verás la nada.
Más cuando las contemplo
pienso en su misterio,
en todo lo que ellas saben y callan.
¡Pero si es una montaña!
Me dirás en tu sorpresa.
Si, te diré casi sonriendo,
así es…
Pero ¿acaso no sientes su fuerza,
la ancestral sabiduría que atesora?
Y seguramente pensarás que estoy loca.
Cuando contemplo una montaña
en mi silencio de mortaja por el duelo,
sólo pienso en la brevedad de nuestra vida.
¡Qué importantes nos creemos!
Pero mírala a Ella…
Ahí estaba, ahí está
y el día que mueras, seguirá estando,
poderosa, silenciosa, inamovible,
observando cómo las generaciones pasan.
- ... Y se olvidan... -