28 de octubre de 2014
24 de octubre de 2014
Féminas 3
Lugar: chiringuito en una playa de una costa
del sur de la Península Ibérica, en un caluroso día de la primera quincena de
agosto.
Ellas: Caty,
Teresa y Vilma ante una ensalada mixta, una ración de gambas a la plancha y una
lubina.
— Chicas,
a las tres y diez –dice Teresa descabezando una gamba.
—¡La
gente no tiene pudor ni sentido del ridículo!-Contesta Vilma pinchando lechuga.
Caty mira en la dirección
indicada por Teresa:
—¡Por la diosa, qué horror! Yo
sería incapaz.
Quedan en silencio observando
al grupo que está sentándose a pocas mesas. En concreto a una mujer en su
treintena, que luce un blanco espectacular, indicativo de su primer día de
playa. Lleva una pamela de paja con voluminoso lazo amarillo, un camisa
transparente que la llega a media nalga, y una especie de tanga marrón que
desaparece entre tanta carne desbordante.
Nuestras féminas beben su
cerveza mientras no pierden detalle de esta otra fémina, hasta que toma
asiento.
—Pues está tan feliz.-Apuntilla
Caty volviendo su mirada a las gambas.
—Ya quisiera yo ser tan desinhibida.
¡Y me quejo de que tengo un poco de barriguita y no me puedo poner tops!-Suspira Vilma.
Siguen comiendo y al minuto,
limpiándose los dedos en la servilleta de papel, se arranca Vilma:
—¡Chicas, hacia poniente, otro
divorciado con hijos!
Miran fijamente al hombre
sentado a la mesa con aire ausente, mientras tres niños, de entre seis y doce
años, devoran en silencio sus helados.
—Si es que se les nota a la
legua. Queda patente que la crianza de los hijos es cosa nuestra. ¡Si no sabe
qué hacer con ellos!-Cuchichea Caty con malicia.
—Totalmente de acuerdo contigo.
Solo les ve una vez a la semana, un fin de semana alterno y los días
vacacionales establecidos en el convenio regulador. Y claro, seguro que están
con la abuela y ahora no sabe qué hacer.-Vuelve a su lubina Teresa.
Enseguida una alboratada Teresa
se abalanza sobre la ensalada, bajando la voz:
—¡Pava a las trece cincuenta!
Miran sin ningún pudor. Una
pareja veinteañera disfruta de su comida
devorándose con los ojos. Él habla y habla, y ella, estirada en su silla de
plástico, mueve la melena y adopta poses de reina de Saba.
—Menudos aires se gasta.-Baja
la mirada a su lubina Caty a la vez que corta un pedazo acompañándolo de patata
hervida-Parece que ha conseguido el mejor premio en la tómbola de los
partidazos y nos lo restriega por la cara.
—Sí. Desde luego. Vaya pavo
tiene.-Sentencia Vilma- Atención: mujer desinhibida levantándose de la mesa.
Quedan las tres amigas en
silencio, tenedor en mano, observando a la treintañera pasar por delante de su
mesa. Su trasero está rojo y lleno de rayas por la silla. Siguen sus miradas en él
hasta que desaparece, feliz, por un ángulo izquierdo.
—En fin… viva el verano.
Y tras está declaración de
Vilma, van terminando su comida mientras escrudiñan bajos sus gafas de sol, lo que acontece en el
chiringuito.
Verónica Calvo
-Imagen tomada de la red-
Más féminas:
18 de octubre de 2014
La ceniza de un poema
Esta noche,
cenizas y luna.
Píntame alas,
abre mi jaula.
Sobre una estrella
dejaré un poema,
que muera en la escarcha.
Verónica Calvo
-Imagen: Brooke Shaden-
12 de octubre de 2014
Elizabeth Hickey: La musa rebelde
SINOPSIS
Por una llamativa languidez que
contrasta con su cabellera negra y la excepcional rareza de sus rasgos, Jane
Burden sufre el vituperio constante de los vecinos de Holywell Street, uno de
los barrios más deprimentes del Oxford victoriano. El destino, no obstante, le
permitirá conocer al apasionado pintor italiano Dante Gabriel Rossetti, que
acabará transformándola en todo un modelo de la belleza prerrafaelita. De
la mano del pintor, Jane irá conociendo a importantes personalidades de la
élite cultural de la época, que la sacarán de los suburbios; entre ellos
destacará el adinerado William Morris, un escritor poco agraciado, fundador del
British Art & Crafts Movement. El triángulo amoroso está servido.
Jane se debatirá entre la tentación carnal y la estabilidad del compromiso,
pendiente del hilo de amistad que une a estos dos artistas, a la vez que
ascenderá socialmente hasta convertirse en un icono de la moda inglesa.
Mi opinión
La autora nos introduce en el ambiente victoriano de Londres, y de la
propia Jane Burden de manera magistral desde la primera página. Casi podemos
rozarnos con ella en su humilde casa de los suburbios de Oxford, asistiendo a
su rutina diaria y siendo observadores de su relación con su madre alcohólica,
su padre ausente y egoísta, un hermano que no se queda atrás de su padre, y una
hermana que solo vive para sí misma.
Jane, amante de la cultura, conocerá en el teatro a Rossetti, por el que
enseguida siente una pasión desbordada, y a su futuro marido, William Morris.
Considerada fea por todo el barrio y por su propia familia, llegará a
enamorar a estos dos hombres desde el primer encuentro, y también al lector por
su personalidad.
Tenía muchas ganas de leer esta novela, pues me fascina la Hermandad Prerrafaelita, y como no, la gran musa que inspiró a Gabriel Rossetti, Jane Burden.
Género biográfico romántico, prevaleciendo más
el romance. Aquí, si acaso, me he llevado un poco de decepción, pues el género
romántico no me va, pero no está nada mal la novela.
La lectura se hace ágil, no he
encontrado partes tediosas y me ha gustado especialmente la manera de narrar de
Hickey.
¿Habéis leído esta novela? ¿Qué os ha parecido? ¿Pensáis leerla?
Título: La musa rebelde
Autora: Elizabeth Hickey
Editorial: Suma
Tapa blanda
Páginas: 384
Precio:18,53 €
ISBN: 9788483651032
-Imágenes tomadas de la red-
-"Proserpina" de Dante Gabriel Rossetti-
8 de octubre de 2014
Al filo del skyline
Tose.
Levanta la persiana. Un día más. Una mañana más. Más. Siempre
esa palabra saliendo de sus labios, pensamientos veloces que saturan su mente.
Una mañana
como todas. -¿Cómo todas?- Ya empieza el diálogo, el eterno diálogo de
la luz de la conciencia.
Allá en
el skyline, que se ha puesto de moda llamar al horizonte de
siempre, así –como si eso cambiase las expectativas que ponemos en él- dice
la voz, las nubes bajas acarician las altas torres.
Mira,
observa, calla. Casi siente.
Café. Dosis diaria
de vitalidad en vena. Y ahora un cigarrillo entre sus dedos. Diez años sin
uno,-lo qué son las cosas-, sonríe sin culpas. Busca su libreta y
apaga el cigarrillo en el sucio cenicero. Piensa. Necesita escribir aunque
jamás lo ha hecho.
Siente el
vacío interno, ese que se asemeja a una resaca emocional y que hace que sientas
un agujero negro, hambriento y sospechoso, en el centro de tu cuerpo.
Empieza a escribir algo sobre sí misma,
sobre cómo se siente. Se para. Levanta el bolígrafo como si pinchara entre sus
dedos. –Ibas a escribir alma, pero no te atreves a tanto-.
¿Y si ella
careciera de una? ¿Y si se ha evaporado porque está anestesiada?
Solo sabe
que la camiseta negra que viste, arde. Trae aromas de un cuerpo instalándola en
este gris presente donde la ausencia se rompe en un reencuentro incierto.
Rompe… qué trágica palabra. Y aun así, no hay otra. Rompe. Romper. Roto. Tal
vez game over, por aquello de quitar trascendencia a esa piel fina
que tiene.
Horizonte, skyline o como quieras llamarte, cuéntale un
cuento que arranque su sombría mañana de cuestionamientos.
-¿Ves?
hasta tú, agnóstica crónica, depositas en él la esperanza-,
piensa mientras muerde el bolígrafo y deshecha ideas.
Esperanza. Manida
palabra hueca que sobre el desencanto reposa. Grises sobre aceros, aceros
bañados en grises... Divaga, lo sabe. Se siente poca cosa y se empieza a fumar
el bolígrafo mientras deja caer la libreta sobre la alfombra. Y esa
camiseta sigue quemando, se hace protagonista, todo lo abarca... Cierra los
ojos y en su lúgubre romanticismo, ve una vieja estación de tren transitada por
entes. Vapor, un reloj de hierro y una sonrisa... -Yo era sonrisa, él
me llamaba sonrisa. –
¡Vuelve a serlo entonces!, casi gritan las paredes teñidas de tristeza de su desolado piso.
¡Vuelve a serlo entonces!, casi gritan las paredes teñidas de tristeza de su desolado piso.
Otra
mirada al WashApp, masoquista hasta el tuétano, por ver su última conexión:
inamovible, ignorada. Bloqueada. Game over en letras luminosas
destellantes. La camiseta oprime mientras la estación se diluye en ese frío que
siente. -No seas pesimista-, se dice en un intento de creérselo ella
misma. Toma la libreta que ha quedado abierta en su caída, mostrando sus hojas
blancas como pidiendo ser escritas. Entonces, en un acto de valor, escribe:
Lo mejor
de cumplir años es que no te puedes vendar los ojos por mucho que quieras. Y
aun así... ¿dónde me dan una? Y, ¿me aseguran que además va empapada en las
aguas del Leteo?
Reflexión,
mero apunte que es certeza futura para que hable su personaje.
-Sólo es
eso... Nada más.-
Bosteza. Su
mirada vuelve a posarse en el filo del skyline como queriendo
formar parte de él.
Tal vez
mañana deje de ser un día más.
Tal
vez mañana…
Verónica
Calvo
-Imagen
tomada de la red-
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