He vuelto.
Hace años que estoy volviendo, Sweet Mae, pero en esta noche que todo se lo traga, por fin he vuelto.
Llegué a tu casa, pero no estabas. Supe que a mi marcha te vendieron a un prostíbulo e inicié la búsqueda sin perdonarme haber tardado tanto en regresar.
Todo se complicó, Sweet Mae, mi vida se volvió un caos. Perdí a mis padres en dos meses, perdí las tierras y casi pierdo mi vida abrumado por tanta desgracia.
Tras salir del hospital aquejado por unas extrañas fiebres que contraje en el viaje de vuelta me propuse volver a poner en pie los escombros, ofrecerte esa ansiada vida juntos que te prometí antes de dejarte bañada en lágrimas en Hanazawa.
Reconstruí mis grietas y levanté un futuro para ambos.
Y tras estos cinco años, regresé. Pero te habían vendido y yo no he parado de buscarte, Sweet Mae.
Así supe que te habían llevado a una remota aldea sin nombre que baña el río Yalu. Inmediatamente preparé todo para ir a por ti.
Tras tratar precios por el trayecto en barca y evitando algún que otro peligroso contratiempo, conseguí sitio entre maleantes para llegar a ti.
Era una noche densa, fría, húmeda, sin apenas luna, llena de bruma y extraños presagios en el aire. El olor era hediondo debido al agua estancada sobre la que navegábamos. De pronto chocamos contra algo:
-Otra muerta -escuché decir a uno de los hombres.
Todos callamos. El barquero con cuidado viró un poco la barca y apareció aquel cadáver, blanco, hinchado y pestilente. Flotaba boca abajo con la larga melena a la deriva.
-Pesa como un demonio - dijo el barquero a la vez que trataba de hundirla con el remo.
-Seguro que está embarazada - dijo otro de los hombres sentado a mi lado.
Todos callamos y observábamos con terror aquel cuerpo. El barquero consiguió dar la vuelta a la mujer y vimos un enorme vientre abultado y sus pechos azulados. Su cara estaba muy hinchada, no así sus piernas y brazos. "Es extraño -pensé- parece llevar tiempo en el agua pero no está descompuesta apenas ni hinchada hasta la deformidad."
Entonces me di cuenta de que esa pobre infeliz podrías ser tu y un escalofrío recorrió mi cuerpo y mi alma. Todos callamos desde ese momento. Sólo se escuchaba el sonido del remo en el agua.
Llegamos y desembarcamos.
Era el lugar más decadente, tétrico y sórdido del mundo. Olía a encierro, a miedo y muerte.
Las voces de las mujeres enjauladas llegaban de todas partes.
Me acerqué a una de las enormes jaulas iluminadas con farolillos de papel de arroz que daba, si cabe, un aire todavía más grotesco a la puesta en escena de aquellas mujeres flacas, medio desnudas en sus raídos quimonos y tan despelucadas como sucias.
Una de ellas sacó las manos entre los barrotes y arañó mi cuello en un intento desesperado por llamar mi atención:
-Ven conmigo gringo, dicen que lo tengo muy estrecho.
Me zafé como pude y te busqué entre todas ellas, todas iguales, todas vacías.
Me llamó la atención una pequeña mujer al fondo de una jaula. Tenía una horrible cicatriz que deformaba por entero el lado izquierdo de su cara. Parecía ida, loca tal vez.
-¿Ves algo que te motive, gringo? - dijo una voz a mis espaldas. Me volví y no vi a nadie. -¿De dónde eres?
Entonces miré hacia abajo y vi a un hombre diminuto vestido con vistosos colores, con la nariz cortada a cuchillo y una mueca de terrible crueldad en su cara. -¿Tal vez no sabes hablar?
-Busco a una mujer llamada Sakura Funaki -Dije mirándole a los ojos.
- Nombres... sólo son eso, nombres. Elije una mujer y te la llevaré a la habitación con una botella de sake.
Mi instinto me dijo que era mejor no decir nada, tratar de hallarte a través de otra mujer como tú.
Señalé a la mujer ida y dije secamente:
- Esa.
Sin más, di media vuelta y me dejé guiar por aquel hombre camino a ninguna parte.
Entré en aquel destartalado y sucio cubículo construido con maderas de deshecho. Una pequeña estufa apenas calentaba, un farolillo tristemente encendido, un catre desordenado y una mesita baja para tomar sake.
Me descalcé y acomodé sintiéndome exhausto. Mis huesos crujieron de cansancio, hastío y desolación.
"Sweet Mae... ¿Por qué el destino se torció de esta manera? Yo que jamás creí en el hasta que te conocí, Sweet Mae, ¿por qué el destino se ha torcido de esta manera?"
Estas palabras han sido mi oración desde que vine a buscarte para llevarte conmigo a esa vida plena que te prometí. Porque tus caricias y tu alma han sido lo único bueno y sereno que he conocido y sin ti soy un muerto en vida, Sweet Mae, mi Sweet Mae...
La puerta corredera se deslizó y la mujer de la enorme deformación entró.
Me miró y ceremoniosamente se arrodilló dejando el sake en el suelo. Tomó un fósforo y prendió una vela. Aquel acto me pareció más decadente que todo lo visto ya. Una vela... pobre mujer, ¡una vela!
Entonces me miró a los ojos, se levantó sujetando el quimono que se abría entre sus piernas y se acercó a mi. Volvió a sentarse en esa posición sumisa y me sirvió el sake.
- Toma sake, es lo mejor para adormecer los recuerdos y poder acostarse con una mujer tan fea como yo.
Aquello me conmovió hasta lo más profundo. Tomé el sake de sus manos y bebí y bebí hasta que mi interior se acalló. Entonces, acariciando apenas su pelo revuelto dije:
- No voy a acostarme contigo. No es por esta cicatriz, simplemente no puedo porque no tengo paz.
Ella pareció aliviada.
- Antes te escuché un nombre de mujer. Yo la conocí.
Aquello me despejó de golpe. No porque el sake hubiera hecho mella en mi tormento, no, fue porque apartó la bruma interna como hace el sol del amanecer en lo más profundo del bosque.
-¿Tu conoces a Sakura Funaki, a mi Sweet Mae? Dime, ¡habla ya, mujer! ¿Dónde está ella?
Bajó la mirada y jugó nerviosamente entrecruzando sus dedos y dijo en voz baja:
- Está muerta. La lanzaron al río y dejaron un trozo de su quimono en el árbol de las ofrendas para que los espíritus no vaguen por aquí.
Continuará...
(Ilustración: "Ophelia" de June Leeloo)