-Imagen
Donata Wenders-
Atravesé
dos ríos,
la
llanura y el grito.
Ascendí
entre las flores
y
descendí en la tormenta.
Escapé
de las palabras
que
nada (me) dicen,
que
nada (me) aportan.
Aprendí
del
largo camino
iniciado
en el alba
hasta
la noche.
Aprendí
que
silencio y grito
se
unen y estallan
en
la soledad de una estancia.
Seguí
hacia el rojo atardecer
y
volví diluida en el grito acallado de la vida.
-Verónica
Calvo-