-Imagen Elizabeth Lacunza-
|
En los brazos
que mecían el dolor
te escuchaste en el silencio.
Levantaste tu sombra del polvo
encaminándote al filo del valor.
Quisiste romper cadenas,
volar en la ingravidez que da paz.
Tus alas fueron paraíso y luz
y nadie se atrevió a encarcelarte,
de nuevo, el alma y el corazón.
Gestaste del disparaste
motivos para alzarte entre el caos.
Y sin esperar nada ni a nadie,
enterraste, al despertar,
todo aquello que fue ruina.
Ahora eres gota en el mar de sal,
tinta del manuscrito de tu vida,
suspiro en el aire que te acoge
y caminante que busca la libertad.
-Verónica Calvo-