13 de abril de 2014

Abandonó su sombrero



Abandonó su sombrero
al aire de poniente.

A prisa cruzó
-sin meditarlo-
las líneas del agua,
arrebató rincones
al musgo,
desoyó censuras,
asoleó distancias,
sedujo veranos,
como pájaro que emigra,
sustentó al delirio,
debilitó a lo imposible
y, convencida,
aguardó su llegada,
en los andenes de la aurora.

Y regresó la noche
y el sombrero
-que el poniente se llevara-
y el musgo
y los pájaros…


-Imagen: Katia Chausheva-

8 de abril de 2014

Lao Tse: 45


45

   Si corriges tu mente, el resto de tu vida se armonizará.
   Esto es así porque la mente es el aspecto que rige la vida humana.
   Si el río fluye con claridad y limpieza a través del cauce apropiado, todo estará bien a lo largo de sus riberas.

   El Camino Integral depende de la disminución, no del argumento:
   Para corregir tu mente, confía en el no hacer.
   Deja de pensar en complicaciones y de aferrarte a ellas.
   Conserva tu mente despegada y plena.
   Elimina la opacidad y la oscuridad mental.
   Mantén tu mente clara como el cristal.
   Evita fantasear y deja que emerja tu pura percepción interior.
   Calma tus emociones y mora en la serenidad.
   No te afanes en la adoración de ídolos, imágenes e ideas; sería como poner una nueva cabeza sobre la que ya tienes.


   Recuerda: si puedes cesar toda tu inacabable actividad, aparecerá tu naturaleza integral.

Lao Tse  

(Hua Hu Ching -81 meditaciones taoístas-)

-Imagen: DuyHuynh-

3 de abril de 2014

¿Qué voy a hacer?




Es cierto;
el dolor y el sufrimiento
ayudan a crear
eso que llamamos
arte.

si me dieran elección

no se me ocurriría escoger
para mí
este maldito dolor
y sufrimiento
pero de alguna manera
me encuentra

mientras los derechos de autor

siguen
entrando
a espuertas.

Charles Bukowski


("Escrutada la locura en busca de la palabra, el verso, la ruta")


-Imagen Alexander Jansson-



30 de marzo de 2014

Cuentas de fuego




Cerrar la puerta cómplice con rumor de caricia,
deshojar hacia el mal el lirio de una veste...
-la seda es un pecado, el desnudo es celeste;
y es un cuerpo mullido un diván de delicia.-

Abrir brazos... así todo ser es alado,
o una cálida lira dulcemente rendida
de canto y de silencio... más tarde, en el helado
más allá de un espejo como un lago inclinado,
ver la olímpica bestia que elabora la vida...

Amor rojo, amor mío;
sangre de mundos y rubor de cielos...
¡Tú me lo des, Dios mío!


(“El rosario de Eros”)



-Imagen: Katia Chausheva-

27 de marzo de 2014

Jeffrey Eugenides: Las vírgenes suicidas



    Hace unos años cayó en mis manos “Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides.
   Lo leí del tirón y pasó a ser uno de mis libros favoritos.
   El argumento puede no resultar atrayente, pero la narrativa es ágil, te involucras en la trama, empatizas con las hermanas Lisbon y acabas reflexionando sobre un tema tan duro como es el suicidio: por qué nadie hace nada cuando hay señales, más que evidentes de lo que se avecina, y sobre todo, qué falla en la sociedad para que tantos adolescentes se suiciden.
   El tema está tratado con crudeza, pero a la vez, es tal la fascinación que ejercen las hermanas sobre un grupo de adolescentes, que hace que te adentres en sus vidas, en su ambiente, y en conocerlas, tratando, pese a que sabes desde la primera página que morirán, de ayudarlas, de hacer algo para que nadie mire para otro lado.
   Los personajes de los adolescentes están llenos de ternura, inocencia y reflexión. Irán evolucionando hasta la madurez dejándonos una buena carga emotiva que hará que las hermanas Lisbon perduren en nuestro recuerdo.

   Sofía Coppola llevó al cine esta historia en 1999.

 
Sinopsis de Anagrama

En menos de un año y medio, las cinco hermanas Lisbon, adolescentes entre trece y diecisiete años, se suicidaron.
Los jovencitos del barrio habían estado siempre fascinados por esas inalcanzables jóvenes en flor, atraídos por esa casa de densa femineidad enclaustrada –la madre era una católica ferviente y moralista que no dejaba que sus chicas salieran con chicos; el padre, profesor de matemáticas dócil y benévolo, aceptaba las muy estrictas normas de su mujer-, y las primeras muertes no hicieron sino ahondar el misterio y el espesor del deseo. Los Lisbon se encerraron cada vez más en sí mismos y en el interior de su casa, y los jóvenes los espiaban desde las ventanas del vecindario, trataban de comunicarse con las hermanas pidiéndoles canciones por teléfono, contribuían al intrincado tejido de rumores, a la creación de mitologías. Veinte años después, aquellos mismos adolescentes, ya en la frontera de la mediana edad, intentan desentrañar el enigma de aquellas lolitas muertas que siguen fascinándolos.


  Y empieza así:

   La mañana en que a la última hija de los Lisbon le tocó el turno de suicidarse –esta vez fue Mary y con somníferos, como Therese-, los dos sanitarios llegaron a su casa sabiendo exactamente dónde estaba el cajón de los cuchillos y el horno de gas y dónde la viga del sótano en la que podía atarse una cuerda. A nosotros nos pareció que, como siempre, salían demasiado lentamente de la ambulancia, mientras el gordo decía en voz baja:
   —Que no es la tele, tíos, aquí no hay que correr.
  Cargado con el pesado respirador y la unidad cardiaca, pasó entre los arbustos, que habían crecido monstruosamente, y cruzó el descuidado césped que trece meses atrás, cuando todo empezó, estaba pulcro e inmaculado.


 ¿Habéis leído este libro? ¿Qué os ha parecido? ¿Pensáis leerlo si no lo habéis hecho?


-Imagen de la red-