9 de noviembre de 2014

E.A. Poe: La ciudad en el mar




¡Mira! La muerte se ha izado un trono
en una extraña y solitaria ciudad
allá lejos en el sombrío Oeste,
donde el bueno y el malo y el mejor y el peor
han ido a su reposo eterno.
Allí capillas y palacios y torres,
(torres devoradoras de tiempo que no se estremecen)
no se asemejan a nada que sea nuestro.
En los alrededores, olvidadas por vientos inquietos
resignadamente bajo el cielo
las melancólicas aguas reposan.

No bajan rayos de luz del santo cielo
a esta ciudad de la eterna noche.
Pero una luz interior del lívido mar
proyecta silenciosas torrecillas
-resplandecen los pináculos por todas partes-.
Cúpulas-agujas, salones reales
pórticos, paredes estilo babilónico,
sombrías y olvidadas glorietas
de hiedra esculpida y flores pétreas,
y muchos, muchos maravillosos santuarios,
cuyos ensortijados frisos entrelazan
la viola, la violeta y la vid.

Resignadamente bajo el cielo
las melancólicas aguas reposan.
Tanto se mezclan allí las torres y las sombras
que parecen péndulos en el aire,
mientras que desde una altiva torre en la ciudad,
la muerte mira hacia abajo como desde una enormidad.

Allí los tiempos abiertos y las descubiertas tumbas
bostezan a nivel con las luminosas olas,
pero no las riquezas que allí yacen
en cada uno de los ojos de diamante del ídolo,
-los muertos alegremente enjoyados no
tientan las aguas desde sus lechos-;
pues no se rizan las ondas, ¡ay!,
en este desierto de cristal.
Ninguna agitación dice que los vientos pueden estar
en algún mar lejano y más feliz.
Ninguna ola sugiere que los vientos han estado
en mares menos espantosamente serenos.


¡Pero, mira! ¡Algo se agita en el aire!
La ola. ¡Hay un movimiento allí!,
como si las torres se hubieran apartado,
sumergiéndose lentamente, la lenta marea,
como si sus cimas débilmente hubieran dejado
un vacío en el brumoso cielo.
Las olas tienen ahora un brillo rojizo
las olas respiran desmayadas y lentas.
Y cuando ya no hay lamentos terrenales
baja, baja esta ciudad hasta donde se quedará desde ahora.
El infierno, elevándose desde mil tronos,
le hará reverencias.

-Imagen tomada de la red-

13 comentarios:

Verónica Calvo dijo...

Paso a leerles pronto.
Hubo un problema con el post anterior.
Lo subiré pronto.

Gracias por los comentarios.

lichazul dijo...

maestro!!!

besitos

TORO SALVAJE dijo...

Desconocía este poema.
Ya no.

Gracias.

Besos.

Sergio dijo...

Edgar Allan Poe es de mis primeras lecturas y a este paso será de las últimas porque nunca lo dejo. En parte es por él que me gusta la literatura así que qué decir...

Entre palmeras... dijo...

Gracias, Vero por darlo a conocer, Poe, pionero, maestro.
Traté de ver tu post anterior pero no pude, lo busqué por google y tampoco, pero ya sabes cuanto me alegras tus logros.

Abrazos muchos y linda semana

María dijo...

Pensé que era tuyo hasta que llegué al final, es que lo desconocía, gracias por compartirlo.

Un beso.

Rafael dijo...

Gracias por recordarnos estas letras del Poe.
Un abrazo.

José Manuel dijo...

De un genio como Poe solo se puede esperar una genialidad. Gracias por compartir.

Besos

Conchi dijo...

Magnífico poema, reconozco que este lo desconocía. Gracias por compartirlo Verónica.
Un abrazo.

A. Javier dijo...

Gracias por mostrar a Poe
siempre encierra belleza.

Un placer la visita


Saludos!!!

AdolfO ReltiH dijo...

GRADE POETA Y POEMA. GRACIAS.
BESOS

LA ZARZAMORA dijo...

Más que grande, siempre enorme...
;)

Besos, llenos de poesía y misterio.

Verónica Calvo dijo...

De Patricia Hernández por e-mail:

impresionante también, te hace sentir que el infierno no es tan malo. Buena elección para esa descripción del poema.