11 de febrero de 2014

De ésas



He salido al mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello;
soñando el mal, he sobrevolado
las casas planas, de luz en luz:
pobre solitaria, con mis doce dedos, enajenada.
Una mujer así no es una mujer, lo sé.
Yo he sido de ésas.
He encontrado las cuevas tibias del bosque,
las he llenado de sartenes, tallas, estantes,
de armarios, sedas, de incontables bienes;
he preparado la cena para los gusanos y los elfos:
llorando, aullando, ordenando lo que estaba mal.
A una mujer así no se la comprende.
Yo he sido de ésas.
He viajado contigo, carretero, saludando
con los brazos desnudos a los pueblos que dejábamos atrás,
aprendiéndome las últimas rutas de la claridad, superviviente
allí donde tus llamas aún muerden mis muslos
y crujen mis costillas bajo la presión de tu carreta.
Una mujer así no se avergüenza de morir.
Yo he sido de ésas. 

(Poemas de amor -1969-)

-Imagen: Laura Zalenga-

7 de febrero de 2014

Martín Chirino: Sobre la Espiral del Viento



   Martín Chirino es uno de los artistas contemporáneos más influyentes de España en el siglo XX, siendo reconocido a nivel internacional.
   Miembro del grupo El Paso y Premio Nacional de Artes Plásticas en 1980, presenta una selección de esculturas en hierro forjado, en esta exposición enmarcada dentro del Proyecto Revisiones, que muestra una lectura actual sobre autores históricos.

   Vientos, Espirales y Afrocanes se darán cita en Senda durante unas semanas.
   Obras sólidas en hierro forjado, que arrancan de la tierra para elevarse hasta algún infinito. Piezas que quieren volar y elevarse, que se repiten una y otra vez y que representan puntos de ida y vuelta. El autor entiende su actividad artística como ciclos de creación que se desarrollan de igual manera a causa de la evidente inseguridad ante lo desconocido en el momento decisivo de la creación.


Del 30 de enero hasta el 1 de marzo, en Senda, Barcelona




-Imagen: "Viento Solano" de Martín Chirino-

1 de febrero de 2014

Haiku y Tanka









Invierno hielo
altas cumbres nevadas
paisaje blanco


(Pintura de Hiroshige)











Brotan callados
manantiales salados
a nuestros ojos
vuelven espejos grises
sombras densas del alma

(Pintura de Hu Jun Di)




Verónica Calvo

26 de enero de 2014

El guardián entre el centeno




La primera vez que leí "El guardián entre el centeno", de J.D. Salinger, tenía dieciocho años. A día de hoy lo considero mi libro favorito, y suelo leerlo una vez al año.
Fue muy criticado cuando se publicó, allá en el año 51, por su lenguaje ofensivo, y por referenciar a las drogas, el alcohol y la prostitución. A día de hoy sigue levantando polémica entre seguidores y detractores.

La historia está narrada en primera persona, en la voz de su protagonista, Holden Caulfield, un adolescente que nos narra sus peripecias en Nueva York tras ser expulsado de su escuela. 
La historia está ambientada en el Nueva York que se recupera de la guerra, y su protagonista nos adentra, de manera fluida, en su realidad: fracaso escolar, rígidas normas de una familia tradicional, la experiencia sexual en sus formas más aberrantes y sus pensamientos y reflexiones sobre todo lo vivido y experimentado.
Lo que más me conmueve de esta historia, es la ingenuidad, y a la vez claridad, con que Holden va enfrentándose a todo lo que le ha sucedido en su vida.
Es una narración cruda, a veces incluso dolorosa, pero a la vez, te hace reflexionar sobre los valores y la sociedad, el desamparo de los más "débiles" y el consiguiente abuso que sufren.

¿Habéis leído este libro? ¿Qué os ha parecido?
Y a los que no lo habéis leído, ¿pensáis leerlo?




Empieza así:

 "Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco. A D.B. tampoco le he contado más, y eso que es mi hermano. Vive en Hollywood. Como no está muy lejos de este antro, suele venir a verme casi todos los fines de semana. El será quien me lleve a casa cuando salga de aquí, quizá el mes próximo. Acaba de comprarse un «Jaguar», uno de esos cacharros ingleses que se ponen en las doscientas millas por hora como si nada. Cerca de cuatro mil dólares le ha costado. Ahora está forrado el tío. Antes no. Cuando vivía en casa era sólo un escritor corriente y normal. Por si no saben quién es, les diré que ha escrito El pececillo secreto, que es un libro de cuentos fenomenal. El mejor de todos es el que se llama igual que el libro. Trata de un niño que tiene un pez y no se lo deja ver a nadie porque se lo ha comprado con su dinero. Es una historia estupenda. Ahora D.B. está en Hollywood prostituyéndose. Si hay algo que odio en el mundo es el cine. Ni me lo nombren.
Empezaré por el día en que salí de Pencey, que es un colegio que hay en Agerstown, Pennsylvania. Habrán oído hablar de él. En todo caso, seguro que han visto la propaganda. Se anuncia en miles de revistas siempre con un tío de muy buena facha montado en un caballo y saltando una valla. Como si en Pencey no se hiciera otra cosa que jugar todo el santo día al polo. Por mi parte, en todo el tiempo que estuve allí no vi un caballo ni por casualidad. Debajo de la foto del tío montando siempre dice lo mismo: «Desde 1888 moldeamos muchachos transformándolos en hombres espléndidos y de mente clara.» Tontadas. En Pencey se moldea tan poco como en cualquier otro colegio. Y allí no había un solo tío ni espléndido, ni de mente clara. Bueno, sí. Quizá dos. Eso como mucho. Y probablemente ya eran así de nacimiento. (...)"

Algunas frases de Holden:

"Los libros que de verdad me gustan, son esos que cuando acabas de leerlos, piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo, para poder llamarle por teléfono cuando quisieras."

"No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque ha muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo."

"Lo que haría sería hacerme pasar por sordomudo y así no tendría que hablar. Si querían decirme algo, tendrían que escribirlo en un papelito y enseñármelo. Al final se hartarían y ya no tendría que hablar el resto de mi vida. Pensarían que era un pobre hombre y me dejarían en paz."

"Yo nunca le gritaría a nadie "buena suerte". Si lo piensas bien, suena horrible."

(Imágenes tomadas de la red)