El castillo se alzaba en la extremidad de un espolón rocoso. Espesas masas de helechos de la altura de un hombre bordeaban el sendero. Cuando el joven Albert, último vástago de una familia noble y rica, rebasó la puerta, ya el destino había dispuesto el juego perverso que culminaría en un triángulo sobrecogedor. Pronto, un mensaje le anuncia la llegada de su amigo Herminien, ángel negro y fraterno, y de Heide, mujer de belleza radiante, a la vez que infernal y divina.
Es ésta novela gótica que representa las
conversaciones del género y las trasciende. El mito de la Caída, la doble
naturaleza de cualquier salvador —«la mano que inflige la herida es también la
mano que cura»— están presentes en una historia que el autor quiere versión
demoníaca —y por ello nos avisa, perfectamente autorizada— de Parsifal.
Escrita con una sintaxis milagrosa, se diría que bajo cada página, como bajo el
rostro de Heidre, pasa «la luz constantemente arrastrada por invisibles y
traslúcidos bajeles».
(Sinopsis de la editorial Siruela)
«Se trata de una novela excelente, típico
ejemplo del fantastique francés, en el que el terror ya es solo el eco
de un eco y se transforma en esteticismo puro. La novela no pretende dar miedo,
sino crear un clima poético. No aparecen fantasmas, cámaras secretas ni
cadáveres. Pero el autor, en el prólogo, hace una interesante confesión: “Ojalá
se consigan movilizar aquí las poderosas maravillas de Los misterios de Udolpho,
del Castillo de Otranto y de La casa Usher para comunicar a estas débiles sílabas
un poco del hechizo que conservan sus cadenas, sus fantasmas y sus sepulcros.”
Y, en efecto, cadenas, fantasmas y sepulcros flotan invisibles en el ambiente
del Castillo de Argol, el cual se erige protagonista de la novela, vuelve borrosa
la identidad de sus personajes humanos y hace olvidar la anécdota. Al cabo de
los años, de esta novela solo queda el recuerdo de una tristeza desoladora, del
dulce tedio romántico d las grises piedras del castillo. Y Argol, onírico, se
sitúa junto a Udolho, se confunde con Udolpho, en esta región del país de los
Sueños donde se alzan castillos imposibles.»
Rafael Llopis, Historia natural de los cuentos de miedo (Ediciones y Talleres de Escritura Fuentetaja)