I
Mirar hacia el cielo
por evitar el roce de una mirada.
Hay un breve silencio.
Sentir, como si nada,
un dedo acariciar
el filo de mi alma.
II
Ascender y descender
al mismo tiempo. Caer y sobrevolar,
y sobrevolar cayendo,
este acantilado sensorial
fuera de nuestro tiempo.
III
La voz miente.
La palabra no se ajusta.
Hay un mirar de nuevo
hacia el cielo.
… ¿Y esa melodía?…
Es el corazón que no se calla.
IV
Retomar el pulso de la vida.
Las calles con sus pasos
y sus prisas y sus ruidos y sus gentes.
Transitar hacia el crepúsculo
protegiendo lo que oculto
y ansiar que te sueñe mi noche.
-Verónica Calvo-
-Imagen Catrin Welz-Stein-