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-Imagen tomada de la red-
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Me cebé espiritualmente
alimentándome de almas de hombres.
Si veía un alma fuerte,
hería su orgullo y
devoraba su fuerza.
Los refugios de la amistad
sabían de mis mañas,
pues cuando yo podía robar
a un amigo, lo hacía.
Y siempre que podía
aumentar mi fuerza
socavando la ambición
ajena, lo hacía
para allanarle el camino a
la mía.
Y el triunfar sobre otras
almas,
simplemente para afirmar y
probar mi fuerza superior,
era para mí una delicia,
el intenso placer de la
gimnasia del alma.
Devorando almas, debería
haber vivido para siempre.
Pero sus restos indigestos
me produjeron una nefritis mortal,
con ansiedad, insomnio,
ánimo deprimido,
odio, recelo y trastornos
de vista.
Al final, con un grito de
espanto, tuve un colapso.
Recordad que los gusanos,
no se alimentan de otros
gusanos.
(Poema perteneciente a Antología de Spoon River)