15 de octubre de 2016

El negocio de la autopublicación

-Imagen tomada de la red-

España va a la cola de Europa en cuanto a lectura. Somos el país que menos lee después de Grecia. Desde hace años se ha desatado el furor de ser escritor en nuestro país, hasta el punto que hay más escritores que lectores. Entre la crisis, que no se lee, los amigos del pirateo y que las editoriales se las ven y se las desean para sobrevivir, desde hace años hay un negocio que tiene muchos adeptos: la autopublicación.

Se basan principalmente en el desconocimiento del autor de cómo funciona el mundo editorial. No saben qué es ni qué cuesta una corrección ortotipográfica
y/o de estilo, cuánto cuesta imprimir un ejemplar, qué tipos de impresiones y encuadernaciones hay, dónde y cómo consigues el número de ISBN ni cómo das de alta la obra en el Depósito Legal y lo importante que es una buena distribución. No saben realmente las tarifas de maquetación ni de portadistas o ilustradores, y se les vende todo ello como si fuera costoso, caro y muy difícil. Te ofrecen «precios muy económicos» por estos servicios editoriales, y claro, el desconocimiento hace que piquen.
Luego vienen las desilusiones ante la realidad: no tienes un libro aceptable al menos (he visto páginas al revés, erratas garrafales, incoherencias, maquetaciones que cortan palabras por no respetar márgenes etc.), nada de apoyo para presentar y vender tu libro, librerías que no quieren tu libro ni que lo presentes (este es un tema a tratar porque tienen sus poderosas razones), que nadie te lo compra y viene la queja pública.

Copio textual de un blog: «…esta editorial me prometió que mi libro llegaría a muchos lectores pero imprimen bajo demanda y no llega. Se han aprovechado de mis ganas de publicar y me han engañado».
La verdad es que estas editoriales te lo dicen claramente, no nos engañemos. Sabes que imprimen y venden bajo demanda y sabes las condiciones: compras tus libros y los vendes. Ellos, a lo más, hacen una presentación y te llevas los ejemplares no vendidos previo pago. Si tu libro tiene fallos es porque no has pagado correcciones o dichas correcciones vete a saber quién y cómo las han hecho.
Creo que falta mucha humildad por parte de ciertos autores. Si no amas y valoras tu obra te expones al batacazo. Un escritor, por encima de todo, ama escribir, cuida y protege su obra y las «de verme publicado» queda en segundo plano. Un escritor debería conocer el mundo editorial.

No todos los escritores autopublicados son «malos». Pongo dos ejemplos porque los conozco bien: Juan Gómez-Jurado y Amelia Noguera.
Ellos conocían el mundo editorial y perseveraron y ahí están. Pueden gustarte o no, pero el tema que nos ocupa es otro. Gómez-Jurado ha sido un ejemplo de conocimiento de ventas por Amazon y Noguera no ha firmado con ninguna editorial en la que el editor no estuviera dispuesto a trabajar con ella y conocía la importancia de la buena distribución.

¿Todo vale a la hora de autopublicarte? ¡No! El lector merece respeto porque gasta su dinero y su tiempo en leer.
Vi en un foro a un señor ya entrado en años que publicitaba su libro traducido al inglés…con el traductor de Google. Sin comentarios.

No nos engañemos: cuando se firma un contrato con ellos, pese al marketing de que la edición de un libro requiere al menos de quince profesionales y que no usan plantillas ni programas automáticos, es falso.
Edición: corrector y maquetador (que el corrector, profesional, de hecho sabe maquetar y este último proceso se hace con Indesing, el programa más utilizado por profesionales), portadistas y/o ilustradores para diseño de portada y cubierta y por último, imprenta (os quedaríais asombrados de lo poco que cuesta imprimir un libro; de hecho es lo más barato).

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O déjame un comentario y te recomiendo una correctora profesional de absoluta confianza.


11 de octubre de 2016

Mujer de Luna

-Imagen Anne Julie Aubry-
Ella lee bajo la luna
viejos poemas de Withman.
Se sabe hoja de hierba
abrazada al hielo de los meses
y sueña fundirse en la escarcha.

Es Mujer de Luna,
saturada de noche,
perfumada con amapolas
y libre -digamos, salvaje-,
como el mistral que azota.

Acoge entre sus filos
estertores prolongados.
Calla, se apacigua y duerme
enredada en un verso imaginario.

Reina del ocaso.
Viva imagen del misterio.
Salvaje -es decir, libre-,
recorre solitaria la bóveda celeste;
la gran cúpula que la protege.


-Verónica Calvo-

7 de octubre de 2016

Él

-Imagen Catrin Welz Stein-

Olía a jazmín,
a rosa blanca,
a todo el campo
cuando en el albor
impunemente se refresca.

Sabía a la sal
del mediterráneo
cuando besa la orilla.
A pan de hogaza
en la noche del invierno.

Y ahora,
olor a crisantemo.
Me sabe
a ceniza esparcida.

Donde hubo canto
hay, hoy, un quejido prolongado .


-Verónica Calvo-

3 de octubre de 2016

Trini Reina: Parverdad 66



Atrás quedó la fiesta
de la sangre encendida.

Asida a las letras de tu nombre
subsisto
en este páramo donde comparto
mi frío con tu ausencia

29 de septiembre de 2016

XLV


¿De qué color es el dolor?
¿Y a qué sabe?
Acaso su tacto sea como la niebla
y su fragancia como la leña.
Dolor,
bendito tú seas entre todas las mujeres
que se anestesian en brazos del amor,
y bendito es el fruto de sus vientres ajados.
Ellas saben de tu color,
de tu sabor,
de tu fragancia.
Saben más por apaleadas que por viejas.
Ellas saben.
Pero callan.

-Verónica Calvo-
Las pequeñas esencias