8 de mayo de 2015

Nuevo rumbo




No temas el vuelo de una hoja
ni buscar la esencia del ocaso,
luces y sombras que proyectan
retos de sueños enlazados.

Acaso temes tu propia suerte,
la opaca vertiente que te ofrece.
Es la oscuridad abrazada
a este momento que te retiene.

Clausura ventanas
de ayeres y primaveras.
¡Sal de este limbo!
Agradece con alivio.
A un nuevo rumbo te encaminas.

-Verónica Calvo-




3 de mayo de 2015

La espera es eterna




Qué eterna se hace la tarde
cuando no llegas.

Como Penélope tejo
y destejo estos versos...

y te añoro,
y te sueño allende estas tierras
donde tu ausencia me destierra.

Qué eterna la espera,
que no acaba,
llenándome de impaciencia.

-Verónica Calvo-

-Imagen tomada de la red-




28 de abril de 2015

Jacques Prèvert: Para Bárbara



Llovía sin cesar en Brest aquel día.    
Dichosa embelesada empapada
marchabas sonriente
Bajo la lluvia.

Acuérdate Bárbara.
Llovía sin cesar en Brest
y me crucé contigo en la calle de Siam.
Sonreías
y yo también sonreía.


Acuérdate Bárbara.
Tú a quién yo no conocía.
Tú que no me conocías.
Acuérdate.
Acuérdate, pese a todo, aquel día.
No lo olvides.


Un hombre se cobijaba en un portal
y gritó tu nombre,
Bárbara.
Y corriste hacia él bajo la lluvia
empapada, embelesada, dichosa,
y te echaste en sus brazos.


Acuérdate de eso Bárbara,
y no te ofendas si te tuteo.

Yo tuteo a todos los que amo
aunque los haya visto sólo una vez.
Tuteo a todos los que se aman
aunque no los conozca.


Acuérdate Bárbara.
No olvides.
Esa lluvia buena y feliz
sobre tu rostro feliz,
sobre esa ciudad feliz,
esa lluvia sobre el mar,
sobre el arsenal,
sobre el banco d'Ouessant.


Oh Bárbara,
menuda estupidez la guerra
qué has llegado a ser ahora
bajo esta lluvia de hierro,
de fuego, de acero, de sangre.
Y el hombre aquel que te estrechaba entre sus brazos
amorosamente
quizás ha muerto, o desaparecido, o vive todavía.


Oh Bárbara,
llueve sin cesar en Brest
como solía llover en otro tiempo.
Pero no es lo mismo y todo está estropeado.
Es lluvia desconsolada de duelo espantoso,
ni siquiera es ya tormenta
de hierro, de acero, de sangre.
Simplemente nubes


que revientan como perros.
Perros que desaparecen
en el remanso de Brest
y van a pudrirse lejos,
lejos, muy lejos de Brest,
donde ya no queda nada.


-Jacques Prèvert-

-De Paroles-

-Imagen tomada de la red-