Se sienta el Amor en el cráneo
de la Humanidad,
y sobre tal solio el profano,
con risa procaz,
sopla alegremente redondas burbujas,
que en el aire suben,
como para juntarse a los mundos
al fondo del Éter.
El globo luminoso y frágil
en un amplio vuelo,
revienta y escupe su alma pequeña
como un áureo sueño.
Y oigo al cráneo, a cada burbuja,
rogar y gemir:
-«este fuego feroz y ridículo,
¿cuándo acabará?
Pues lo que tu boca cruel
esparce en el aire,
monstruo asesino, es mi cerebro,
¡mi sangre y mi carne!»
Charles Baudelaire
(“Las flores del mal”)
-Imagen: Saturno Butto-