Hay
días de primavera,
que
se rompen
en
grandes gotas de lluvia.
Apenas
mojan las calles,
pero
calan el alma.
Hay
días de primavera
en
que se levanta
un
tibio viento,
que
llena el aire
de
pelusas blancas.
Y
las ves,
y
piensas en la belleza
de
esos copos blancos
pegándose
a tu cuerpo.
Hay
días de primavera
que
desencadenan
el
deshielo de emociones,
contenidas en las venas.
Verónica Calvo
-Imagen
tomada de la red-