30 de noviembre de 2014

Cuando los bosques mueren


SINOPSIS


En los años ochenta y noventa del siglo pasado se produce en el sur de la península ibérica una serie de incendios forestales donde la mano del hombre se hace más que evidente. Un empresario sin escrúpulos, unos amantes que sucumben al dinero fácil, una relación paterno filial escabrosa, un encuentro muy especial con las legislaciones de otros tiempos y un Cuerpo, el de la Guardia Civil, que quiere poner las cosas en su sitio. Este es el caldo de cultivo donde se desenvuelve “Cuando los bosques mueren”, la última novela de José Rodríguez Infante, que refleja de manera impecable la distancia, a veces, insalvable, entre el mundo rural andaluz y el urbano.

Título: Cuando los bosques mueren
Autor: José Rodríguez Infante 
Editorial: Amarante
Año: 2013
Rústica, 15x21 cm
Páginas: 231
Precio: 16 €
ISBN: 978-84-941782-6-9

Ebook:

ISBN: 978-84-941782-2-1
Palabras: 76800 (aprox.)
Formato: ePub (sin DRM)
Precio: 3,99 €

Sobre el autor:


José Rodríguez Infante es conocido en el mundo de la blogsfera como Arruillo.
Su Blog personal es Arruillo, y también tiene un blog para su novela, llamado Cuando los bosques mueren.


Mi opinión

José Rodríguez Infante nos introduce en esta historia de intereses creados y dinero fácil con una prosa ágil, amena, concisa. No hay duda de que conoce bien el tema del que trata su nueva novela.
   Los personajes están muy bien trabajados. Enseguida se hacen familiares y los conocemos muy bien.
   El autor no pierde el eje de la narración, uniendo las diferentes tramas de la novela, lo que hace que el ritmo no decaiga.
   Estas tramas no se hacen tediosas ni farragosas, ni despistan al lector. Dan una perspectiva muy completa del tema central de la novela, todo un englobe sobre lo que se mueve y cómo se mueve cuando muere un bosque.
   El único “pero” que le saco a esta novela, es la sutileza con que el autor nos introduce en “las legislaciones de otros tiempos”. Como no quiero hacer spoiler, diré que hay que estar atentos para no caer en confusión, aunque se entiende perfectamente al final. En mi humilde opinión, aquí el autor debería haber descrito “ese algo” que les lleva a ese lugar.

   Me ha gustado. Me ha entretenido. Y sobre todo, me ha hecho reflexionar sobre el lucrativo negocio que se esconde tras la muerte de tantos árboles cada año, y sus consecuencias.
   Conociendo a José, comprometido con el medio ambiente, no me extrañaría que este sea el motivo que le impulsó a escribir esta novela.
   Lo recomiendo.

¿La habéis leído? ¿Qué opináis? (sin spoiler, por favor), ¿pensáis leerla?

25 de noviembre de 2014

25 de noviembre (2)






Una mujer,
arrastra su sombra
por la aventada calle.
Cubre su desdicha
con un velo de encaje.
Sus gritos,
manantial antiguo,
en silencio los inhibe.

Ya en su casa,
de puntillas recorre
cada estancia.
Quiere volar,
ser aire fresco,
escapar de las sombras,
y como un halo,
fundirse en el destello.
Con mano trémula
recorre el visillo,
-antaño blanco-
y mira,
escorada en una esquina,
el caminar de los viandantes.

Silencio… Lúgubre silencio.
Un latido se desborda.
Cae la tarde,
la aturde y debilita. 

Una mujer,
escucha esos pasos
tan temidos.
Siente la violencia,
sacudidas e insultos.
Una vez más. Repetición,
costumbre y rutina.
Pero hoy, es diferente.
Inusual, brutal...

Y solo piensa:
                  Ahora, le he perdido.

                 


 Verónica Calvo

-Imagen: Albert Solóviev-

19 de noviembre de 2014

Entrega





Nací 
de la espuma del mar
como Venus en su día,
del hierro óxido sangre
y del esperma de los valles.

Florecí 
de nuevo como un lirio,
siendo en tu palabra,
dulcemente mecida.

Bajo la lluvia,
tesoro del plenilunio,
sobre tu cuerpo, 
oleaje sinuoso que no para.

Te entrego 
la pleamar al alba,
la esencia oscura
donde mi alma clama,
las noches que no acaban 
en la pira deseada,
y la misma fragilidad, 
que me hace saberme amada.

Verónica Calvo



13 de noviembre de 2014

Soy



Soy
el rayo de luna
que platea los campos;
la brisa que mece las olas
vistiéndolas de espuma.

Siempre
la flor que se marchita
ante la sepultura;
el grito profundo
en el silencio de la noche.

Como
el misterio que aviva
la fragancia de primavera;
el frío de la escarcha
cuando tu alma arde.

Aquella
que vive entre los vivos
y muere entre los muertos;
eco de un pálpito,
vibración del canto.

Que
contener quisieras,
elemento de agua;
a quien buscas
cuando no hay calma.

Soy.
Siempre como aquella que soy.



 Verónica Calvo

 -Imagen: Deviantart-

9 de noviembre de 2014

E.A. Poe: La ciudad en el mar




¡Mira! La muerte se ha izado un trono
en una extraña y solitaria ciudad
allá lejos en el sombrío Oeste,
donde el bueno y el malo y el mejor y el peor
han ido a su reposo eterno.
Allí capillas y palacios y torres,
(torres devoradoras de tiempo que no se estremecen)
no se asemejan a nada que sea nuestro.
En los alrededores, olvidadas por vientos inquietos
resignadamente bajo el cielo
las melancólicas aguas reposan.

No bajan rayos de luz del santo cielo
a esta ciudad de la eterna noche.
Pero una luz interior del lívido mar
proyecta silenciosas torrecillas
-resplandecen los pináculos por todas partes-.
Cúpulas-agujas, salones reales
pórticos, paredes estilo babilónico,
sombrías y olvidadas glorietas
de hiedra esculpida y flores pétreas,
y muchos, muchos maravillosos santuarios,
cuyos ensortijados frisos entrelazan
la viola, la violeta y la vid.

Resignadamente bajo el cielo
las melancólicas aguas reposan.
Tanto se mezclan allí las torres y las sombras
que parecen péndulos en el aire,
mientras que desde una altiva torre en la ciudad,
la muerte mira hacia abajo como desde una enormidad.

Allí los tiempos abiertos y las descubiertas tumbas
bostezan a nivel con las luminosas olas,
pero no las riquezas que allí yacen
en cada uno de los ojos de diamante del ídolo,
-los muertos alegremente enjoyados no
tientan las aguas desde sus lechos-;
pues no se rizan las ondas, ¡ay!,
en este desierto de cristal.
Ninguna agitación dice que los vientos pueden estar
en algún mar lejano y más feliz.
Ninguna ola sugiere que los vientos han estado
en mares menos espantosamente serenos.


¡Pero, mira! ¡Algo se agita en el aire!
La ola. ¡Hay un movimiento allí!,
como si las torres se hubieran apartado,
sumergiéndose lentamente, la lenta marea,
como si sus cimas débilmente hubieran dejado
un vacío en el brumoso cielo.
Las olas tienen ahora un brillo rojizo
las olas respiran desmayadas y lentas.
Y cuando ya no hay lamentos terrenales
baja, baja esta ciudad hasta donde se quedará desde ahora.
El infierno, elevándose desde mil tronos,
le hará reverencias.

-Imagen tomada de la red-