-Imagen tomada de la red- |
Llovio,
y
me camuflé
entre
las gotas.
La
calle
quedó
desierta.
Los
charcos
se
iluminaron
de
luces de ciudad.
Llovió,
y
yo, en aquel jardín,
caminé
despacio.
Las
rosas se impregnaron
con
la fragancia del ozono,
a
la vez que me perfumaba
con
el aroma de aquella lluvia
torrencial, que era el presagio
del
fin del verano y mi cansancio.
-Verónica Calvo-