La luna mengua
en el cielo.
Yo, sentada al filo
de la ventana,
dejo volar las
alas de la mente.
Abro mis ojos a
la noche.
Siento dos
estrellas en mi pulso.
Reverbero.
Sonrío y casi sueño.
Será el canto
del mirlo,
o el embrujo de
la noche…
Y así, en mi
silencio,
dejo que la cálida
brizna del recuerdo
acaricie mi piel
adormecida.