Abandonó
su sombrero
al
aire de poniente.
A
prisa cruzó
-sin
meditarlo-
las
líneas del agua,
arrebató
rincones
al
musgo,
desoyó
censuras,
asoleó
distancias,
sedujo
veranos,
como
pájaro que emigra,
sustentó
al delirio,
debilitó
a lo imposible
y,
convencida,
aguardó
su llegada,
en
los andenes de la aurora.
Y
regresó la noche
y
el sombrero
-que
el poniente se llevara-
y
el musgo
y
los pájaros…
-Imagen: Katia Chausheva-