27 de abril de 2019

Mujer en día de lluvia

-Imagen Albert Soloviev-
El día va muriendo
en un paisaje difuminado.
Llueve, desde el centro del cielo,
y todo es belleza. Y todo es silencio.

Las calles, desiertas,
visten melancolía y se perfuman
con los aires de otro tiempo.

Una mujer, cobijada en su silueta,
espera algún prodigio.
Tal vez una carta que no fue escrita,
tal vez la visita de quien jamás vendrá.

Yo la veo en su ventana.
Tan triste, tan sola.
Ausente y rota.

Y mientras llueve,
siento en mi alegría,
la sombra que deja una mujer,
amparada en su pasado.


-Verónica Calvo-

21 de abril de 2019

Despedida

-Imagen Diana Dihaze-
Lo que fue.
Lo que no tuve.
Nada de aquello
quedó en el umbral
de los recuerdos.
Si acaso tu silueta,
perdida entre la sombra,
de lo que deshecho.
Nunca un espacio deshabitado
contuvo tanta noche.

Aquello que pudo haber sido.
Aquello que sé que jamás, fue.
Al borde de la arista
rompiente de sueños,
siembra de realidades.
Cimbrea la palabra herida,
muda y desconsolada.
Es un adiós lleno de vida.
Es un principio vacío de finales.

-Verónica Calvo-



9 de abril de 2019

Personas manuales de sapiencia

De quien tiene todas las respuestas,
desconfío.

Solo sé
     que no sé nada.

-Ya lo dijo Sócrates,
perdonen la zona común-.

Cuanto más sé,
pongo en duda lo aprendido.

Me rebelo ante tanta intromisión.

Y todavía me vienen con respuestas,
consejos no pedidos,
cátedra de andar por esa casa,
que se les cae encima, cuando
el silencio,
               todo lo abarca.

-Verónica Calvo-
 (Julio, 2016)

3 de abril de 2019

Incompatibles


-Imagen Brooke Shaden-
Eres verano.
Yo, invierno.

Llevas escudo.
Yo voy desnuda.

Eres isla.
Yo, montaña.

El miedo te anida.
Mi nido, la vida.

Tu sumisión
contra mi rebeldía.

Transita,
que yo, me instalo.

-Verónica Calvo-
 (Agosto, 2011)

27 de marzo de 2019

Una calle

-Imagen tomada de la red-
Tantas veces pasé por esta calle,
llena de nostalgia,
llena de indiferencia,
llena de pasos sin huella.
Una tarde,
el cielo, se vistió
de ese gris que ahoga.
Lloraba, frío e insistente.
La ciudad, despoblada.
Qué silencio tan maravilloso.
Cuánto noviembre avanzado.
Y yo, caminando esta calle,
mojándome y riendo
-llevaba una ilusión
en el corazón-,
me atreví a reconocer
que la primavera era grata.
Una primavera
en el que inverna,
es como un milagro;
aunque sepas que va a durar poco;
aunque sepas que volverá la escarcha.

Y ahora esta calle del milagro
-o espejismo, o engaño-,
la encuentro desabrida.
Nada en ella es bello,
resaltable o notable.
Es una calle ancha,
como tantas en Madrid.
Solo que ahora,
a veces cuando me detengo,
un olor a hierba fresca,
me recorre el recuerdo.


-Verónica Calvo-