27 de marzo de 2019

Una calle

-Imagen tomada de la red-
Tantas veces pasé por esta calle,
llena de nostalgia,
llena de indiferencia,
llena de pasos sin huella.
Una tarde,
el cielo, se vistió
de ese gris que ahoga.
Lloraba, frío e insistente.
La ciudad, despoblada.
Qué silencio tan maravilloso.
Cuánto noviembre avanzado.
Y yo, caminando esta calle,
mojándome y riendo
-llevaba una ilusión
en el corazón-,
me atreví a reconocer
que la primavera era grata.
Una primavera
en el que inverna,
es como un milagro;
aunque sepas que va a durar poco;
aunque sepas que volverá la escarcha.

Y ahora esta calle del milagro
-o espejismo, o engaño-,
la encuentro desabrida.
Nada en ella es bello,
resaltable o notable.
Es una calle ancha,
como tantas en Madrid.
Solo que ahora,
a veces cuando me detengo,
un olor a hierba fresca,
me recorre el recuerdo.


-Verónica Calvo-

15 de marzo de 2019

Acción Poética

-Imagen Emilie Léger-


Eternidad es vivir,
reflejada en tu pupila,
mirando un cielo
vacío de contenido.

-Verónica Calvo-

10 de marzo de 2019

Luces y sombras

-Imagen Elena Baca-
Entre las sombras
que proyectan los árboles,
mi silueta.

Ente mi silueta
y las ramas del almendro,
un resquicio de luz.

Entre la luz,
se mece esta sombra.

Juegos
de luces y sombras;
juegos
de huida hacia la luz,
para volver a ser sombra.


-Verónica Calvo-

4 de marzo de 2019

A veces

-Imagen Brooke Shaden-
A veces
quiero ser viento.
Levantar a mi paso,
el polvo del camino.
Sepultar a manipuladores,
mentirosos convulsivos,
farsantes de medio pelo,
mediocres que se venden
robando la creación del otro,
políticos, soberbios,
envidiosos, inapetentes
de vida y muerte, indecisos,
psicópatas y codiciosos.

A veces quiero
despeinar olvidos,
enredar entuertos.

-Verónica Calvo-



27 de febrero de 2019

Las chicas


Cruzaban los parques
como una bandada de estorninos.
A su paso,
brisa fresca y algo de hielo.

Las chicas
vestían faldas cortas,
camisetas negras,
y pantalones ajustados,
Las chicas,
labios rojos, rímel azul,
ojos oscuros perfilados.
Las chicas
retaban muertes,
bebían vida.

Subían montañas
fundidas en el ocaso.
Llevaban cucharas,
para rebañar, lo que quedaba del día.
Robaban la estrella vespertina,
y con ella, se adornaban.

Las chicas,
réquiem y canto.
Las chicas,
cascabeles a su paso.
Las chicas,
fumaban nubes de desencanto.

Las chicas,
perduran en el letargo.


-Verónica Calvo-