4 de febrero de 2019

Aire y relente

-Imagen tomada de la red-
Dejaré un poema al alba,
antes de que vuelen mis vencejos.

Seré aire,
relente que a tus brazos no llegue.

Entre versos
dejaré la penumbra
que me anida,

y así, callada,
se fundirán en el olvido,
todas las ataduras
que condenan a la Nada.

-Verónica Calvo-

28 de enero de 2019

Se agradece

-Imagen tomada de la red-
Se agradece
la gélida noche
de este enero moribundo.

Llega el silencio.

Se acalla la jornada
de voces saturadas,
de quejas, lamentos
y pronombre personal,
en primera persona singular.

Se agradece,
esta madrugada serena,

después de tanta batalla
                                    prolongada.


-Verónica Calvo-

21 de enero de 2019

Conclusiones

Observo y palidezco.
Lo que a unos les parece normal,
a otros nos espanta.
¡Tanta humanidad perdida!
¡Cuánto desatino!
Y entonces,
quiero ser una coliflor
dormida en un huerto.

Recibir los cuidados del sol,
cuando el clima lo permita,
y embeberme del agua que nutre.
Estar a salvo,
cobijada entre calabacines,
puerros y calabazas.

Intocable
para aquellos que aborrecen,
a tan noble vegetal,
y apreciada, por los que dicen,
estar a salvo de la violencia.

Podéis comerme,
-siempre nos devoramos-,
pero con delicadeza.

A veces,
mi pensamiento raya la metáfora.


O la locura.

-Verónica Calvo-

14 de enero de 2019

Deseo

-Imagen Tomohide Ikeya-
Llegar hasta tu rostro,
y acariciarlo.

Abrazar estos años,
con sus sombras y penumbras,
que tanto me enseñaron.

Ser melodía
de tu canto,

y tú,
verso de mi poema,
                            inacabado.


-Verónica Calvo-

8 de enero de 2019

Punto final


-Imagen Katia Chausheva-
Ir a lo profundo
del bosque,
con un aullido
entre los dientes.
Ser el silencio,
la imperturbable paz
que reina entre la nieve.
Respirar este aire
con aroma de otro tiempo,
y enterrar tus recuerdos.

Ir allí,
donde sale el sol
por donde quiere.
Ver deslizar la sombra
en la ladera
cuando el día descuenta.

Liberar el aullido,
reverberar como un lucero
en el alba de la escarcha.
Ir, de nuevo,
a lo profundo del bosque,
y arrojar, en una sima,
todo aquello que ya no me pertenece.

-Verónica Calvo-