Hay
personas que llevan la ingratitud en los genes, no me cabe duda.
Personas
que son capaces de elaborar un plan a largo plazo, capaces de todo y ciñéndose
a su guion.
Este perfil de persona no tiene en cuenta todo lo que se ha hecho por ellas.
Este perfil de persona no tiene en cuenta todo lo que se ha hecho por ellas.
Deben
dar por hecho que es tu obligación dar generosamente y depositar tu absoluta confianza en ellas.
Te
roban, te traicionan, y lo que es peor: te desilusionan.
Hay
otra clase de ingratos: los que ambicionan y tiene un ego superlativo y se
creen con derecho a tirarte a la basura por motivos que solo sabe esa persona, pero que
si observamos su trayectoria y hábitat, llegamos a la conclusión de que se
creen la última coca-cola del desierto.
Se endiosan a tal grado que no son capaces de ver lo que tienen delante de sus narices y te echan pulsos. No ganan, por supuesto, a no ser que les dejemos.
Se endiosan a tal grado que no son capaces de ver lo que tienen delante de sus narices y te echan pulsos. No ganan, por supuesto, a no ser que les dejemos.
En
este caso no gana.
Desagradecidos
por ego, por egoísmo, por lo que sea.
Lo
bueno es que la vida siempre te pone en tu lugar y suele ser de manera dolorosa
para ellos.
Y lo
mejor: que lo presenciemos. No como revancha, no. Es una cuestión de justicia
cósmica.
Así
que, en el camino nos vemos.
-Imagen: Brooke Shaden-