1 de octubre de 2011

Sweet Mae (1)



He vuelto.
Hace años que estoy volviendo, Sweet Mae, pero en esta noche que todo se lo traga, por fin he vuelto.
Llegué a tu casa, pero no estabas. Supe que a mi marcha te vendieron a un prostíbulo e inicié la búsqueda sin perdonarme haber tardado tanto en regresar. 
Todo se complicó, Sweet Mae, mi vida se volvió un caos. Perdí a mis padres en dos meses, perdí las tierras y casi pierdo mi vida abrumado por tanta desgracia. 
Tras salir del hospital aquejado por unas extrañas fiebres que contraje en el viaje de vuelta me propuse volver a poner en pie los escombros, ofrecerte esa ansiada vida juntos que te prometí antes de dejarte bañada en lágrimas en Hanazawa.
Reconstruí mis grietas y levanté un futuro para ambos. 
Y tras estos cinco años, regresé. Pero te habían vendido y yo no he parado de buscarte, Sweet Mae.

Así supe que te habían llevado a una remota aldea sin nombre que baña el río Yalu. Inmediatamente preparé todo para ir a por ti.
Tras tratar precios por el trayecto en barca y evitando algún que otro peligroso contratiempo, conseguí sitio entre maleantes para llegar a ti.
Era una noche densa, fría, húmeda, sin apenas luna, llena de bruma y extraños presagios en el aire. El olor era hediondo debido al agua estancada sobre la que navegábamos. De pronto chocamos contra algo:
   -Otra muerta -escuché decir a uno de los hombres. 
Todos callamos. El barquero con cuidado viró un poco la barca y apareció aquel cadáver, blanco, hinchado y pestilente. Flotaba boca abajo con la larga melena a la deriva. 
   -Pesa como un  demonio - dijo el barquero a la vez que trataba de hundirla con el remo.
   -Seguro que está embarazada - dijo otro de los hombres sentado a mi lado.
Todos callamos y observábamos con terror aquel cuerpo. El barquero consiguió dar la vuelta a la mujer y vimos un enorme vientre abultado y sus pechos azulados. Su cara estaba muy hinchada, no así sus piernas y brazos. "Es extraño -pensé- parece llevar tiempo en el agua pero no está descompuesta apenas ni hinchada hasta la deformidad."
Entonces me di cuenta de que esa pobre infeliz podrías ser tu y un escalofrío recorrió mi cuerpo y mi alma. Todos callamos desde ese momento. Sólo se escuchaba el sonido del remo en el agua.

Llegamos y desembarcamos. 
Era el lugar más decadente, tétrico y sórdido del mundo. Olía a encierro, a miedo y muerte.
Las voces de las mujeres enjauladas llegaban de todas partes.
Me acerqué a una de las enormes jaulas iluminadas con farolillos de papel de arroz que daba, si cabe, un aire todavía más grotesco a la puesta en escena de aquellas mujeres flacas, medio desnudas en sus raídos quimonos y tan despelucadas como sucias.
Una de ellas sacó las manos entre los barrotes y arañó mi cuello en un intento desesperado por llamar mi atención: 
   -Ven conmigo gringo, dicen que lo tengo muy estrecho.
Me zafé como pude y te busqué entre todas ellas, todas iguales, todas vacías.
Me llamó la atención una pequeña mujer al fondo de una jaula. Tenía una horrible cicatriz que deformaba por entero el lado izquierdo de su cara. Parecía ida, loca tal vez.
   -¿Ves algo que te motive, gringo? - dijo una voz a mis espaldas. Me volví y no vi a nadie. -¿De dónde eres?
Entonces miré hacia abajo y vi a un hombre diminuto vestido con vistosos colores, con la nariz cortada a cuchillo y una mueca de terrible crueldad en su cara.   -¿Tal vez no sabes hablar?
   -Busco a una mujer llamada Sakura Funaki -Dije mirándole a los ojos.
  - Nombres... sólo son eso, nombres. Elije una mujer y te la llevaré a la habitación con una botella de sake.
Mi instinto me dijo que era mejor no decir nada, tratar de hallarte a través de otra mujer como tú.
Señalé a la mujer ida y dije secamente: 
   - Esa.

Sin más, di media vuelta y me dejé guiar por aquel hombre camino a ninguna parte.
Entré en aquel destartalado y sucio cubículo construido con maderas de deshecho. Una pequeña estufa apenas calentaba, un farolillo tristemente encendido, un catre desordenado y una mesita baja para tomar sake.
Me descalcé y acomodé sintiéndome exhausto. Mis huesos crujieron de cansancio, hastío y desolación.
"Sweet Mae... ¿Por qué el destino se torció de esta manera? Yo que jamás creí en el hasta que te conocí, Sweet Mae, ¿por qué el destino se ha torcido de esta manera?"
Estas palabras han sido mi oración desde que vine a buscarte para llevarte conmigo a esa vida plena que te prometí. Porque tus caricias y tu alma han sido lo único bueno y sereno que he conocido y sin ti soy un muerto en vida, Sweet Mae, mi Sweet Mae...

La puerta corredera se deslizó y la mujer de la enorme deformación entró.
Me miró y ceremoniosamente se arrodilló dejando el sake en el suelo. Tomó un fósforo y prendió una vela. Aquel acto me pareció más decadente que todo lo visto ya. Una vela... pobre mujer, ¡una vela!
Entonces me miró a los ojos, se levantó sujetando el quimono que se abría entre sus piernas y se acercó a mi. Volvió a sentarse en esa posición sumisa y me sirvió el sake.
   - Toma sake, es lo mejor para adormecer los recuerdos y poder acostarse con una mujer tan fea como yo.
Aquello me conmovió hasta lo más profundo. Tomé el sake de sus manos y bebí y bebí hasta que mi interior se acalló. Entonces, acariciando apenas su pelo revuelto dije: 
   - No voy a acostarme contigo. No es por esta cicatriz, simplemente no puedo porque no tengo paz.
Ella pareció aliviada.
   - Antes te escuché un nombre de mujer. Yo la conocí.
Aquello me despejó de golpe. No porque el sake hubiera hecho mella en mi tormento, no, fue porque apartó la bruma interna como hace el sol del amanecer en lo más profundo del bosque.
   -¿Tu conoces a Sakura Funaki, a mi Sweet Mae? Dime, ¡habla ya, mujer! ¿Dónde está ella?
Bajó la mirada y jugó nerviosamente entrecruzando sus dedos y dijo en voz baja:
   - Está muerta. La lanzaron al río y dejaron un trozo de su quimono en el árbol de las ofrendas para que los espíritus no vaguen por aquí.

Continuará...



(Ilustración: "Ophelia" de June Leeloo)


27 de agosto de 2011

Mundo paralelo



Nublado tu mundo
te tambalea,
en la danza que te contiene
la ira presa.
Mas el sol absorbe la niebla,
y despejadas luces
a tus pupilas llegan.
Habitas un mundo distinto
en tu soledad perpetua,
donde el retiro te llena,
y sólo cuando regresas,
buscas en lo efímero
aquel contacto del que huyes.
Porque eres cielo despejado
y tormenta devastadora,
en mi corazón te has instalado,
y sólo deseo acunarte,
cuando entre mis brazos,
reposas en la penumbra 
que como un aura te mantiene.

A Pablo.
(Gracias por permitirme estar)




21 de agosto de 2011

Se fue el poeta


Se fue.
El poeta marchó lejos.
Cerró la maleta de sueños,
apagó el ordenador
y en silencio levantó el vuelo.
Entregó un mundo de versos
y suspiró en retocados besos.
Quiso creer que un nuevo día
por fin brillaba en su vida,
mas bien adentro de su alma sabía
que era musa defectuosa y efímera.
Arduas entregas de versos
y su espacio invadido por el viento.
Se fue sin despedirse.
Marchó triste al encuentro del olvido.
Y yo quedé en silencio de agonía
llorando con el alma partida.

(Al querido poeta que marchó dejándome sin sus versos)

-Este poema fue publicado en "Poetas andaluces de ahora"-




18 de julio de 2011

Nana de las aguas



Agua serena, rizada estela,
surcan pesqueros de sueños llenos,
abriendo aguas a mar adentro.
Brisa serena acaricia promesas,
mientras redes cansadas,
mecen dormidas las algas.
En tierra queda la vida,
la mar, eso lo olvida,
orgullosa e indiferente
a los rostros quemados
de brisa, soledad y salitre.
Olas de espuma,
meced amorosamente
el barco hacia poniente,
y entonad la nana de las aguas,
para que sueñen redes repletas de peces.

(Imagen: "El barco de pesca" de Sorolla)

-Esta poesía y otras de otros poetas puedes leerla en "Poetas andaluces de ahora"-




10 de julio de 2011

Inexistente




Elevó la mirada de la sábana que planchaba, miró la montaña de ropa que quedaba y silenciosamente se sepultó en ella hasta desaparecer en su base.


Nadie la echó en falta hasta la hora de la cena, excepto el perro.


-Fue publicado en este blog el  7 de septiembre de 2009-







5 de julio de 2011

Postales desde la orilla

1
Querida Patricia,
Hoy he visto la transformación de un hombre en camarón cocido.
Cuando llegué era blanco, del tipo extranjero pero sin ser de ese tipo "blanco nuclear". Enseguida empezó la transformación del rosado al rojo profundo rayando ya con el burdeos.
Eso si, se levantó de su colchoneta hinchable media hora y regresó para diseñar de su bañador, tipo pantaloncito, un tanga de los más y absolutamente mata pasiones que podrás imaginar.
Y allí le dejé, sonriendo dándose vuelta y vuelta.
Habrán de socorrerle esta noche en su hotel, imagino.


2
Mi queridísimo L:
Algo me ha quedado hoy bien claro: yo no tengo el cromosoma X.
No. No lo tengo. Vengo con defecto de fábrica.
Observo que las féminas, a cuya especie creí pertenecer, cada vez que se mojan la tripa en el océano emiten gritos terriblemente agudos y desinhibidos a la vez que dan saltitos y contienen la respiración. 
Yo no hago eso. Simplemente aguanto y cuando es inevitable, me lanzo de cabeza aprovechando alguna ola.
Dignidad a falta del dichoso cromosoma. Es lo que hay.

3
Dear Pruden:
Siempre hay algo que me recuerda a ti cada vez que vengo a la playa. Te cuento escuetamente:
Se levanta brisa y sale una sombrilla volando.
La mujer le da un codazo al marido y este sale corriendo en una contrarreloj contra la despendolada sombrilla que causa el pánico entre las  personas que toman el sol en la arena. Yo contengo la risa, qué le voy a hacer, además, estoy a salvo, fuera de su trayectoria.
Por fin la sombrilla deja de dar piruetas al estrellarse contra el espigón y el pobre hombre, medio cocido también en su intento de quitarse el bronceado "agromán", resollando y a punto de desplomarse, se hace con ella (casi hay una ovación generalizada).
Entonces regresa abochornado (no podía disimularlo) y su mujer, en jarras, le espera de pie con esa especie de "tornillo" tan sumamente útil que causa furor y tranquilidad.
Y sin cortarse ni un pelo le indica que "atornille" la maltrecha sombrilla dirigiendo la operación a voz en grito y llamándole de todo.
¡Vamos, para sacarla a hombros! - A la mujer, digo, no a la sombrilla-.

4
Querido Enrique,
Hoy vuelvo a nuestras eternas reflexiones sobre las medusas debido a que la marea está subiendo y acaban en la orilla donde nunca hemos sabido si agonizan ahí o ya estaban muertas.
Y una vez te planteo la eterna y monotemática pregunta de cada verano:
¿Por qué nunca las observamos cuando están vivas en el agua y sentimos esa extraña atracción cuando inertes están en la arena?
¿Qué extraño influjo nos atonta ante ella, sin tentáculos ni movimiento, que paramos de nuestro paseo y podemos contemplarla durante veinte minutos?
¿Es acaso el poder ancestral morboso de observar al enemigo en profundidad sabiéndose a salvo de su peligrosidad o un simple acto inconsciente de fascinación por una muerte a distancia e impersonal?
Como ves, he iniciado el divague en solitario y sin unas cervezas de por medio.




(Pintura de Claude Monet, no sea que alguien vaya a pensar que soy yo...)